El equipo de investigadores del Instituto de Ciencia Molecular de La Trobe logró retratar los últimos momentos de vida funcional de un glóbulo blanco humano. Las imágenes (nunca antes captadas con éxito) revelaron que algunas moléculas cruciales para el sistema inmunológico son expulsadas del interior de la célula en el momento de su muerte y acaban por distribuirse a través del organismo.

Se entiende por muerte celular programada o apoptosis un proceso fundamental para el correcto desarrollo y funcionamiento de un individuo, de forma que no es únicamente común sino una de las tantas estrategias beneficiosas que los organismos desarrollaron para resolver diferentes problemáticas moleculares.

Suele desencadenarse ante la ausencia de ciertos factores tróficos provenientes del exterior de la célula que actuarían como inductores manteniendo vivas a las mismas.

Resulta crucial principalmente en el período de desarrollo embrionario a fin de eliminar tejidos provisorios, generar conductor u orificios orgánicos y remover células superfluas. También se produce a gran escala en la vida adulta cuando se necesita remover células dañadas, envejecidas o potencialmente peligrosas para el organismo (como es el caso de las células tumorales).

La muerte celular programada es dirigida por diferentes genes, siendo uno de los más relevantes el gen supresor de tumores p53, el cual detiene a la célula en la fase G1 del ciclo reproductivo a fin de controlar existencia de daños en el ADN duplicado anteriormente.

Si estos se presentasen y fuesen peligrosos, la proteína p53 (codificada por dicho gen) se encargaría de destruir a la célula por apoptosis.

Mutaciones en este gen llevarían a la eventual pérdida de este control por parte de la célula, lo que ocasionaría una progresiva acumulación de errores en su genoma, propicios para la generación de tumores.

Se puede entender entonces la importancia de la muerte celular y por ende la del estudio realizado por los investigadores del Instituto de Ciencia Molecular de La Trobe, el cual ha sido publicado en la revista Nature Communications.