Denver Nuggets viene de uno de los partidos más desastrosos de su historia, un partido en el que recibieron una diferencia de treinta y cuatro puntos frente a Portland Trail Blazers en veinticuatro minutos, lo que hundiría la moral de cualquiera que se dedique de manera profesional a un deporte como el baloncesto.

Sin embargo la mejor manera de obtener una inyección de moral es lograr una victoria, aunque sea contra un equipo que está igual de mal que tu. Como se suele decir las victorias valen lo mismo sea contra el equipo que sea, al final lo que cuenta es acabar ganando los suficientes partidos para tener una buena posición al final de temporada.

El primer cuarto empezó bien para los Indiana Pacers, que estuvieron gran parte del cuarto por delante en el marcador, con ventajas de seis y siete puntos sobre Denver Nuggets. Sin embargo al llegar al final del cuarto acabaron por perderlo ante el equipo del estado de Colorado por un marcador de treinta a veintisiete. Un resultado ajustado y muy asumible para ambos equipo en este deporte.

En el segundo cuarto el guión cambió completamente y Denver Nuggets comenzó desde el principio a distanciarse de sus rivales, que no eran capaces de seguir el ritmo y de anotar con la regularidad con la que lo hacían en el equipo visitante, que acabó por ganar el cuarto por treinta y cuatro a diecinueve.

Una diferencia de dieciocho puntos en el global de los dos primeros cuartos y que pesaba en el ánimo de los locales al dirigirse al vestuario.

De hecho el tercer cuarto empezó del mismo modo, con nuevas ventajas para los Denver Nuggets, que acabaron por llevarse también este cuarto y añadir una nueva ventaja a su ya abultado marcador, que en este caso fue de veintiocho a veintiuno y dejaba las diferencias en veinticinco puntos, imposibles de recuperar para Indiana Pacers.

De hecho el último cuarto lo ganaron los locales, con un veinte y dieciséis que dejaba las diferencias en veintiún puntos. Sin embargo no fue suficiente y este fue un cuarto que sencillamente ambos equipos dejaron pasar mientras esperaban a que la bocina diera por finalizado un partido ya sin emoción.