La visita del equipo de Illinois al Wells Fargo Center resultó mucho más dura para los anfitriones que para los visitantes, que se impusieron con autoridad. Sin embargo no debemos confundir autoridad con sencillez, pues a pesar de todo lo anteriormente dicho el partido fue ajustado y cualquiera podría haberlo ganado o perdido en un par de jugadas afortunadas o desafortunadas.

El primer cuarto fue un continuo intercambio de canastas entre ambos equipos, con pequeñas rachas que no lograron en ningún momento distancias importantes. Todo parecía tranquilo hasta la llegada del minuto nueve, cuando a falta de tres minutos se desató una racha de los hombres comandados por Tom Thibodeau que llevó el marcador a los treinta y tres veintiocho con los que acabaría un cuarto que tuvo nueve minutos de paz y tres de guerra.

El segundo cuarto empezó como había acabado el anterior, con las espadas en todo lo alto y un parcial para los de Philadelphia de quince a cinco, con llevó el marcador a un cuarenta y tres a treinta y ocho que parecía un golpe muy duro para los chicos de Illinois, que sin embargo se mantuvieron en el partido y punto a punto lograron devolver la igualada al marcador. La primera mitad se cerró con un marcador de cincuenta y siete iguales. Todo quedaba para la segunda mitad del partido, que por lo visto en el campo daba la impresión de ser tan emocionante como intensa.

Sin embargo el tercer cuarto empezó directamente con una racha de Chicago Bulls que llevó la ventaja a los catorce puntos en siete minutos, un golpe muy duro para unos Seventy Sixers que habían logrado sobreponerse al primer golpe pero no estaban preparados para volver a empezar desde el principio de nuevo.

El final fue setenta y seis a noventa y dos, una ventaja de dieciséis puntos que parecía imposible recuperar de nuevo.

Pero esos instantes de descanso entre cuartos sirvieron para mentalizar a los jugadores de Philadelphia de que era necesario salir a ganar este partido. La remontada se hizo posible casi inmediatamente cuando el equipo fue reduciendo durante todo el cuarto la ventaja de manera metódica.

Cada minuto la diferencia era un poco menor a la anterior y se llegó a los últimos minutos con una ventaja para Chicago de solo un punto a falta de diez segundos. Sin embargo en el momento de la verdad Chicago supo imponerse y el partido acabó con ventaja para ellos de tres puntos. Un ciento quince a ciento dieciocho que cerraba un gran partido para ambos.

El Wells Fargo Center se rindió a sus jugadores. Ser derrotados así no es del todo una derrota.