Minnesota Timberwolves está en este momento muy disminuido por la falta de su base titular Ricky Rubio. De hecho por ahora todos los partidos que ha jugado sin él se cuentan por derrotas. Sin embargo, más allá de la estadística, el propio juego del equipo es ahora mismo peor de lo que era en el momento en el que los lideraba el jugador español, lo que es peor aún. Contra los Houston Rockets esto quedó en evidencia.

El primer cuarto empezó bien para Minnesota Timberwolves, que incluso tuvo momentos en los que estaba por delante en el marcador ante un equipo que en este momento le supera ampliamente, tanto en el apartado individual como en el colectivo, y que parecía destinado a la victoria.

El cuarto acabó con un veintiocho a veintiséis para los de Texas, resultado ajustado y que dejaba todo por decidir.

El segundo cuarto siguió el mismo guión, con unos Minnesota Timberwolves llegando a ponerse por delante pero volviendo a perder por dos puntos en un cuarto disputado y que tuvo, al igual que el anterior, por denominador común el intercambio de canastas a base de más acciones individuales que colectivas.

Tras el descanso, sin embargo, la situación cambió completamente y los Houston Rockets comenzaron a distanciarse ampliamente en el marcador de manera continuada, inexorable y sostenida en el tiempo, llegando a obtener en este cuarto una ventaja de diez puntos que dejaba un último cuarto que empezaría con una desventaja de catorce para los Minnesota Timberwolves.

El último cuarto fue un paseo para los Houston Rockets que, aunque perdieron el cuarto por un resultado de treinta y uno a veintinueve, aseguraron claramente la victoria frente a unos Minnesota Timberwolves que fueron incapaces de sobreponerse a un partido en el que acabaron superados en todos los cuartos salvo el último, donde los Houston Rockets bajaron varias marchas. Los próximos partidos, hasta que vuelva el base titular, parecen aciagos para unos Minnesota Timberwolves que no parecen capaces de ganar sin Ricky Rubio.