Ayer se jugó el tercer Superclásico en la Bombonera. Cambió el estadio, la fecha, los objetivos pero los equipos eran los mismos; nuevamente Boca y River se disputaban el pase a los cuartos de final de la Copa Libertadores. Lamentablemente, y como es de dominio público, el encuentro se suspendió, después de que hinchas xeneixes arrojaran gas pimienta cuando salían de la manga los jugadores millonarios, ocasionándoles trastornos de diversa intensidad. 

Como siempre, el superclásico dio que hablar y en esta ocasión lo hizo por los bochornosos incidentes, y también por los altísimos precios que se manejaron en la reventa; hasta $15 mil costó la entrada para ver el partido entre los dos eternos rivales.

Sin duda, muchos de sus hinchas vivieron la antesala con más nerviosismo que el propio mundial y es por eso que estuvieron dispuestos a abonar grandes sumas para adquirir las entradas que les permitirán estar al lado de su club.

Muchas teorías giraron alrededor de las posibles formaciones de los dos grandes referentes del fútbol nacional. Gallardo reemplazaría a "Teo" Gutiérrez por el "Pity" Martinez y el "Vasco" armaría el equipo con Meli y Burdisso de titulares.

Los nervios, la ansiedad y la presión estuvieron presentes en todos los hinchas pero más aún en los "xeneizes", que debían meter al menos un gol para así igualar la serie. Pero no era su único objetivo para el partido, asimismo debían evitar que el equipo de Gallardo convirtiera para no quedar fuera de la Copa.

Dos goles de diferencia y el pase a cuartos quedaba garantizado para el equipo local, caso contrario, River se llevaría la victoria como visitante. Por otra parte, si el equipo de Gallardo no lograba convertir y el de Arruabarrena obtenía la mínima diferencia, se definía en penales.

Apuestas, expectativas y mucho nerviosismo se palpitaba entre sus hinchas, pero lo cierto es que las cartas las echaron los encargados de empañar y truncar el espectáculo, que se pudo ver a partir de las 21 h.

a través de las pantallas de Fox Sports y la Tv Pública, bajo el arbitraje de Darío Herrera. La idea era comenzar a vivir un nuevo superclásico que definiría la historia de los dos más grandes. 

La trilogía que arrancó aquel domingo 3 de mayo en la Bombonera debía llegar a su final. Ambos equipos enfocados en un mismo objetivo: cuartos de final de la Copa Libertadores. Pero no pudo ser.

Y vos... ¿cuánto hubieras pagado por estar ahí?