El 4 de abril de este año el árbitro GermánDelfino protagonizó una situación inédita. En el cruce entre Vélez Sarsfield yArsenal por el torneo local, cobró un penal para los de Liniers y expulsó a RoseroValencia por tocar la pelota con la mano. Pero alguien le avisó al cuartoárbitro que en la televisión se había visto que el jugador de Arsenal no habíatocado la pelota con la mano, este notificó a Delfino, que decidió dar marchaatrás cuando Milton Caraglio se perfilaba para patear el penal e hizo volver ala cancha a Valencia. Papelón.

Parece que los jerarcas de la ConfederaciónSudamericana de Fútbol aquel sábado 4 de abril estaban celebrando la SemanaSanta, porque a poco más de un mes Delfino fue designado como árbitro delpartido más caliente del cruce octavos de la Copa Libertadores: River-Boca.

Coherente con aquel papelón, no estuvo a laaltura.

A los 12 minutos, Vangioni se tiró con las piernas para adelante en lamitad de la cancha con demasiada vehemencia y derribó a Gago. Era roja. ParaDelfino, amarilla. En el segundo tiempo, Funes Mori hizo una de karate y leclavó los tapones en la panza a Pablo Pérez. ¿Roja? Amarilla. Unos minutosdespués, Sánchez le pegó un manotazo a Gago. Ni el árbitro ni el juez de línealo vieron. Sobre el final, el juvenil volante de Boca Adrián Cubas mereció lasegunda amarilla, pero el juez opinó otra cosa.

Delfino se comió cuatro rojas, tres paraRiver y una para Boca. ¿Se pondrá colorado?