Las dos horas y veintisiete minutos que duró el match, tanto como el resultado contundente (inesperado para la mayoría) ya son testigos de la historia. El número 1 del mundo, el serbio Novak Djokovic, derrotó a Rafael Nadal por 7/5, 6/3 y 6/1 en la histórica pista del Philippe Chatrier por los cuartos de final de Roland Garros en su versión 2015. Allí lo espera el escocés Andy Murray que venció al valenciano David Ferrer en cuatro sets.

Pero eso será en semifinales y recién el viernes. Hasta ese momento, Djokovic saboreará esta victoria como pocas seguramente.

No sólo por la forma en que la consiguió sino también porque venció en "el patio de su casa" (como decía Riquelme cuando le tocaba jugar en La Bombonera) al mallorquín, nueve veces monarca en estas tierras de Mosqueteros.

El partido ofreció puntos largos y espectaculares y en donde siempre primó la iniciativa del serbio por atacar y presionar a Nadal para hacerlo cometer la mayor cantidad de errores y no dejarlo pegar cómodo para ganar la iniciativa. Djokovic, tenía el plan claro en su mente: buscarle el reves constantemente a Rafa para desestabilizarlo y manejar los puntos dentro de la cancha.

Fue una máquina ni bien arrancó y en 20 minutos estaba 4/0 arriba en el marcador. Tuvo su momento de dudas cuando con espíritu de lucha marca Rafa, Nadal le tiró todas las credenciales de Rey del Polvo y le empardó el tanteador.

Así fueron palo y palo hasta el descenlace de ese primer parcial donde el balcánico, luego de 6 set points pudo prevalecer con pulso firme y cabeza intacta y llevarselo por 7/5.

El segundo set, trajo un Nole mucho más decidido a rencontrar ese nivel de principios del partido y jugó más profundo. Quizás más suelto, sin dejar de observar que era Nadal el que debía revertir el score.

El español insinuó una tibia reacción pero rápidamente comenzó a mostrarse errático y en el octavo game cedió su servicio. Djokovic se puso 5/3 arriba y al ganar su saque se alzó con la segunda manga.

En el set final, Djokovic sólo tuvo que mantenerse en cancha y apurar a su rival. Nadal comenzó cediendo su servicio y a partir de ahí fue un monólogo exclusivo del número 1.

Con firmeza y decisión y oliendo a la perfección cómo se iba desangrando Rafa, capturó a su presa finalmente con un lapidario 6/1.

Para el serbio se plasmó la tendencia que había ni bien se conoció el sorteo y el morbo indicó que sería, seguramente, el victimario de esta leyenda viviente que quizás hoy sí empieza a transcurrir los últimos destellos de su brillante carrera.

Por el lado del ibérico, quedó la sensación desconocida de sentirse en el umbral del top ten (dejará de ser 6 para ser 10) la semana próxima. En el serbio el objetivo ahora será conseguir el Grand Slam a los veintiocho años. Está a dos partidos de la gloria aunque hoy haya empezado a escribir con letras doradas una parte grande de la historia.