La conmoción generalizada que se produjo en Chile tras conocerse el accidente automovilístico que protagonizó el volante ofensivo de la Selección Nacional chilena y de la Juventus, se esperó saber el grado de repercusión que tendría tal desagradable situación en el seno de la Federación Chilena y el cuerpo técnico de la Selección.

Todo arrancó cuando, llegadas las 23 horas del martes 16, los integrantes del plantel chileno aguardaban a sus compañeros en el Predio Pinto Durán, luego de la jornada libre que les habían informado que podían disponer para estar con sus familias.

De a uno iban cayendo al lugar hasta que, pasado largamente el tiempo de tolerancia, pudieron observar que Arturo Vidal no había llegado y decidieron averiguar su paradero. Allí conocieron la gravedad de la situación.

La Ferrari conducida por el crack de la Roja chocó contra otro vehículo y volcó hasta quedar a un costado de la Ruta 5, a la altura del kilómetro 25, en el sur de Santiago. Luego de la intervención de los Carabineros en el lugar, fue derivado al Hospital de Buin y se pudo constatar que estaba conduciendo bajo los efectos del alcohol. Por suerte, sólo se sufrieron daños materiales y las lesiones de los involucrados, entre los que estaba su propia esposa, no revistieron gravedad.

Con el antecedente de lo vivido por Claudio Borghi en noviembre de 2011, donde cinco jugadores (entre los que también estaba Vidal) llegaron borrachos a la concentración y fueron desafectados del plantel, se esperaba que el argentino Jorge Sampaoli dictaminara una represalia similar. Sumado a esto, está la supuesta y lógica posición de enfrentamiento que se acarrea dentro de los jugadores del plantel.

En el mediodía de hoy, tras una reunión con el Presidente de la ANFP, Sergio Jadué, el argentino que dirige al combinado trasandino brindó una conferencia de prensa que lo sumergió en contradicciones. "Cometió un error, necesitamos incluirlo", fue la frase tajante y que dividió en dos a toda la población del país vecino.

Esto genera un interrogante deportivo y moral. ¿Se puede aspirar a ganar la tan ansiada Copa América sin el as de espada? ¿Se pueden permitir estas faltas graves de indisciplina dentro del plantel? ¿Se lo debe marginar, con el riesgo de condenarlo socialmente? Esto, sin dudas, remite a un debate profundo que requiere analizarlo como futbolista y como persona.