A sólo tres meses de la finalización del Rally Dakar 2016, la prueba de rally raid más exigente del mundo volverá a tener como epicentro a Sudamérica para la edición del próximo año, por novena edición consecutiva. El 26 del corriente mes, la Amaury Sport Organisation (ASO), empresa organizadora de la competencia, dará a conocer el itinerario de la carrera.

En conferencia de prensa en París, el director Ettiene Lavigne confirmará a la Argentina y Bolivia como dos de los países sede, con la posibilidad concreta de sumar uno o dos más naciones a la prueba automovilística que consta de 14 etapas y se desarrolla en las primera quincena de enero.

El rally más famoso del mundo, que tuvo sus inicios en 1978 cuando la prueba unía Europa con África, ha desembarcado en el sur del continente americano a partir del 2009, más precisamente en Argentina, Chile, Perú y Bolivia.

Si bien se especuló con la idea de que el Dakar retorne a África o bien se traslade a Estados Unidos, lo cierto es que en 2017 el público argentino y boliviano volverán a ser testigos del paso de las máquinas en las cuatro categorías de competición (autos, motos, coches y quads) en un itinerario que rondará los 9000 kilómetros desde el momento de la largada a la llegada.

La novedad en los últimos días ha sido la decisión de Chile de no ser parte de la edición 2017, tal como sucedió para la carrera de este año, edición para la cual renunció al utilizar los recursos económicos en la reconstrucción de pueblos que fueron azotadas por los temporales e inundaciones en la zona norte del país trasandino.

En esta oportunidad, el denominador común más importante de la deserción, que se suma al rechazo de las organizaciones ecológicas y de conservación que cuestionan el daño que provoca el paso de los vehículos, vuelve a ser el dinero ya que las instituciones locales en Chile no desembolsarán los 5 millones de dólares de canon que pretende la empresa organizadora para realizar el evento en el país.

El gobierno de Michelle Bachelet había propuesto absorber los gastos de las etapas en su territorio, el cual cuenta una de las máximas atracciones para este tipo de competencias, como lo es el desierto de Atacama, zona con características muy similares a los desiertos en el continente africano. Más allá de los cuantiosos ingresos en materia económica que conlleva ser anfitrión de una cita como esta en el mundo automotor, los gastos para el armado de los campamentos, traslado de los pilotos, logística, alojamientos alimentación, publicidades, entre otras cosas, no son menores: en 2015 Chile depositó cerca de 9.000 millones de pesos.

Ante este panorama, con Argentina y Bolivia como naciones dentro del itinerario, resta saber si habrá posibilidad de la inserción de Perú, que ya fue protagonista en 2012 y 2013, Paraguay y Uruguay. Es muy probable que al menos uno de los países citados formen parte de un circuito, que según las versiones que se manejan desde la organización, tendrá un inicio renovado y le posibilitaría a Punta del Este (Uruguay) albergar la largada simbólica. Luego los pilotos se trasladarán a Argentina (seis provincias incluiría en el mapa), pasará por Bolivia y terminaría en Perú. El misterio se develará el 26 de abril.