Emisión descontrolada de pesos. Déficit fiscal con crecimiento progresivo. Pérdida de reservas líquidas constantes. Dibujos contables. Esto, más una sumatoria no menos importante de otros factores (internos y externos), vislumbra un enero de 2016 oscuro pese al sol estival, y un congelamiento económico aunque en la calle la sensación térmica marque 35 grados.

Analicemos en este primer informe dos de los puntos más graves que deberá enfrentar el próximo gobierno.

Emisión descontrolada

En el período 2014 a 2015, la base monetaria circulante tuvo una expansión cercana al 35%.

Dato destacable: sólo en el mes de mayo de 2015 se emitieron $15.000 millones. Esto implica que la cantidad de pesos en poder de cada argentino subió ese porcentaje. Esto, como es sabido, genera un efecto poco deseado: la suba de la inflación. Es uno de los engranajes del círculo vicioso provocado por el enorme déficit fiscal: más emisión para poder hacer frente al gasto público creciente.

Déficit fiscal y gasto público.

Con un Estado cada vez más grande, que abarca todas las áreas posibles, se contrata cada vez más empleados públicos para cubrir puestos innecesarios. Dos millones de empleos pertenecen al sector público. Estos no generan valor productivo alguno, sino que son empleos pagados con presión tributaria sobre el sector privado.

Podría decirse que una gran parte de esos dos millones de empleados estatales son desocupados subsidiados con un sueldo en blanco inventado.

Con la necesidad de mantener un voto cautivo para las próximas elecciones, periódicamente se incorporan a planta nuevos trabajadores estatales, expandiendo aún más el gasto público. Digamos que es una suerte New Deal pero al estilo argentino y con las deficiencias propias de la gestión Kicillof.



Sumado a esto, los subsidios que se otorgan a personas de bajos recursos, hoy habitués del asistencialismo estatal, se mantiene en una gran escala. Si sumamos los planes sociales más las jubilaciones y pensiones, estarían siendo alcanzadas dieciocho millones de personas en toda la Argentina. Más de un 40% de la población del país recibe contribución del Estado.

Si a esto le sumamos los dos millones de empleos públicos, estaría aproximándose a la mitad del país bajo ayuda del Estado. Y este último, como es sabido, no genera riqueza por sí mismo, sino que lo hace por medio de presión tributaria o emisión monetaria, tal como hemos explicado arriba.

Estos dos flagelos analizados marcan el inicio de un problema mayor, de tipo cambiario, que sucumbirá al país prontamente si no es detenido a tiempo. Los siguientes puntos serán explicados en el próximo artículo.