Hoy en día hay personas que son ordenadas y otras no tanto. Pero analicemos, ¿por qué no ordenamos o por qué somos tan ordenados? Mario Kempes, ex jugador de la Selección de Argentina del Mundial 78 y ex jugador de Instituto de Córdoba comenta que cuando era niño, era muy desordenado y su madre siempre le andaba detrás recogiendo todo. Pero un día se cansó de tal manera que cuando llegó del Instituto, vio que su ropa estaba todo tirado en la puerta de su casa. Desesperado comenzó a recoger su ropa y la entró a su casa. Cuando se dirigió al dormitorio, encontró a su madre sentada en su cama y le dijo categóricamente: si vuelves a dejar todo tirado para que tu madre-chacha recoja tus cosas, te vuelvo a tirar las cosas como hoy he hecho, me has entendido? Entonces, desde ese momento, tenía por costumbre tener no solo ordenado su dormitorio, sino hasta sus prendas y zapatos, todo en perfecto orden.

Hay personas que en su desorden, encuentran sus cosas, pero hay otras que son lo maniática del orden.

A los desordenados no les gusta que les toques nada, ese es su mundo, no les molestes con eso de ordenar porque no van ni con su ánimo ni con su mundo. El maniático del orden, no puede ver nada fuera de su lugar, no solo es a él o ella quien es maniática del orden, sino que a los que están a su alrededor también les exige lo mismo, los saca de quicio, no ver las cosas en su lugar.

Ahora bien, también está la persona normalita que cuando ya no puede ver tanto desorden, comienza la tarea de ordenar y limpiar a fondo y cuando ordenan, traen una bolsa de basura para tirar lo que no sirve, acomodando lo que si sirve, para luego deleitarse y vanagloriarse diciendo: miren que ordenado y limpio ha quedado todo, cuando de a poco todos los días podrían mantener la casa en orden.

Ojo, también está la persona que tiene todo desordenado y de pronto alguien le llama por teléfono y le dice: en 10 minutos estoy allí para saludarte y es ahí donde con ligereza comienzas a ordenar todo rápidamente, ¿o no?