El problema que existe en Posadas, provincia de Misiones es tan severo para nuestros jóvenes, que se puede decir sin sarcasmos que está más sencillo ganar la lotería, que conseguir un trabajo digno.

Unos cinco años atrás, nuestros graduados recibidos de carreras afines, como administración de empresas, contabilidad, economía, turismo, marketing o abogacía, tenían la posibilidad de ingresar más fácilmente a puestos que hoy son difíciles para ellos. Y ni contar para aquellos que, por problemas económicos o familiares no terminaron sus estudios terciarios o universitarios.

Aunque tienen gran experiencia en empleos de toda índole, no les alcanza para reunir los requisitos de las empresas reconocidas a nivel mundial, entidades bancarias, donde se ofrecen vacantes que van de lo básico, -administrativo, secretariado, venta, call center, atención al cliente- hasta cargos de los que se ha estudiado, obteniendo un 80% por ciento de, "te llamamos en la semana que viene para avisarte si quedaste".

Ni hablar de las consultoras. Rara vez te convocan, después de haber estado horas cargando tu currículo para tener una primera entrevista, de la cual te ilusionan con que te llamarán la próxima semana. No tienen el gesto de cumplir con lo dicho para, por lo menos, sacarte de la angustia que te agobia, por estar esperando ese tan ansiado llamado.

Qué buscan, es la gran pregunta. Utilizando sus propias palabras: experiencia en puestos similares, algo engorroso de cumplir si se trata de un recién recibido. Otro obstáculo es la edad límite; en el área bancaria, con suerte, los postulantes no deben tener más de 26 años, haciendo muy pequeñas excepciones en esa política.

En otras firmas de prestigio internacional, dentro del área de ventas, atención al cliente, call center, etcétera, las condiciones son las mismas: de dos a cinco años de experiencia -dependiendo del rubro piden más años-, con algún estudio por cursar o por finalizar, buscando siempre una excelente imagen que muchas veces cae en la exageración, llegándose a discriminar a muchos jóvenes que sólo desean trabajar.

Del mismo modo, se puede observar que muchos toman a recién recibidos o por terminar sus carreras, pagándoles un mínimo. Abusando de sus necesidades los explotan haciéndolos quedar horas de más, en muchos casos hasta los fines de semana, por un sueldo de $3000 a $9000 pesos. Por su parte, aquellos que cuentan con mucha experiencia pero se quedaron con el secundario o terciario, en muchas ocasiones deben trabajar día y noche, por sueldos mínimos de entre $3000 a $4500.

En ambos casos, terminan por abandonar el empleo, debido a la poca mensualidad que reciben y a los malos tratos en muchos de ellos, dejando a nuestra generación desocupada o con muy pocas opciones de vida.

Eso se debe cambiar, haciendo un hincapié en aquellas empresas que imponen pretensiones desmedidas, olvidándose que están dejando sin trabajo a todos los que formarán parte de nuestro futuro.