Existe un lugar cerca de El Cairo, al que se le ha llamado "la ciudad de la basura", en el cual, miles de seres humanos bregan entre los desperdicios que genera la gran urbe, bajo unas condiciones completamente insalubres, luchando para de ganarse la vida mediante el reciclaje de los residuos.

Son, en su mayoría "cristianos coptos", que viven en la marginalidad y su modo de supervivencia lo constituyen las toneladas de basura que se producen en la gran ciudad egipcia. Su labor funciona como una gran cooperativa, en la que trabaja toda la familia.

Sin embargo, pese a realizar una gestión completamente necesaria para el funcionamiento de una gran ciudad, este colectivo no recibe ninguna ayuda del gobierno. Lejos del agradecimiento, estas personas son condenadas a la exclusión y a la pobreza y muchos de ellos, consideran como una vergüenza su procedencia.

Con la llegada al país de algunas corporaciones especializadas en la gestión de los residuos, el gobierno pretende que estos "basureros" dejen de realizar este tipo de labores. Sin embargo, la lucha estatal contra los basureros supone una gran inversión. Los ciudadanos de El Cairo, otorgan retribuciones simbólicas a este Colectivo, pues prefieren que los desperdicios sean recogidos en sus puertas, en vez de tener que utilizar los contenedores como es costumbre en muchos otros países.

Los "basureros", sin embargo, siguen realizando esta labor, rodeados de toneladas de basura entre la cual se sitúan sus casas y se pasea el ganado. Lo poco que ganan no les permite ni tan siquiera alimentar a sus familias. Desde su precaria posición, este colectivo pone sus esperanzas en la escolarización de los niños, pues lo consideran como la única vía para escapar de la marginación.

Ni que decir tienen que los servicios públicos brillan por su ausencia en esta ciudad. Carecen de atención sanitaria y de agua potable, pese a que las patologías asociadas a la insalubridad ambiental son muy frecuentes. Sus demandas caen continuamente en saco roto, pues "son cristianos en tierra de musulmanes", pese a que desde este colectivo, se asegura que no existen conflictos religiosos entre ellos.

En América Latina se están llevando a cabo iniciativas para que este tipo de labores sean regularizadas. Se persigue una reinserción laboral para que, aquellas personas que ahora trabajan en la gestión de residuos de manera insalubre, puedan hacerlo en las condiciones adecuadas. Sin embargo, no parece que los "basureros" de El Cairo vayan a tener esa oportunidad.

Cuesta creer, desde la comodidad de nuestras casas, que tanta gente viva en estos umbrales de pobreza. Muchos de ellos morirán aún en la marginalidad y en el olvido, otros tantos, enfocan sus esperanzas en escapar del país en busca de una mejor vida en los países del "primer mundo".