El Papa Francisco recordó los atentados a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en el año 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, y se dirigió a sus fieles invitando a repudiar totalmente la violencia y las guerras en el mundo, y definiendo dichos ataques como una representación inconfundiblede cuán capaz es el ser humano cuando se trata de destruir, según informa TodoNoticias a través de susitio web.

Como todos recordarán, el ataque nuclear a Hiroshima tuvo lugar la mañana del6 de agosto de 1945, mientras que el día 9 de ese mes, hubo otro bombardeo en la ciudad japonesa de Nagasaki, ambos perpetrados por el ejército de los Estados Unidos.

Entre los dos ataques llegaron a cobrarse más de200.000 muertos, y en consecuencia, Japón no tuvo más opción que rendirse a los cinco días de perpetrado este último ataque.

El Papa Francisco afirmó que dichos ataques simbolizan nada más ni nada menos que el enorme poder de destrucción del hombre, al hacer uso de la ciencia con fines maléficos, e invitó a la concientizaciónpara que la gente aprenda a decir nola violencia y las guerras en el mundo, y abrazando el anhelo de que las armas nucleares dejen de existirpara siempre.

El Sumo Pontíficese dirigió a sus fieles invitando a la oración, la reflexióny a asumir el compromiso de instaurar la paz entre los seres humanos. Finalmente concluyó: "El único modo de vencer en una guerra es no haciéndola", expresando una vez másel deseo de un mundo sin violencia, donde sea posibleconvivir pacíficamente unos con otros, así como lo hicierontambién el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, y el primer ministro japonés Shinzo Abe, durante el acto conmemorativo por los 70 años del primer ataque a Japón, que se llevó a cabo el pasado 6 de agosto en el Parque Memorial de la Paz.

Ayer, 9 de agosto, se cumplieron 70 años de la caída de la bomba nuclear sobre Nagasaki, arrojada por el avión Bockscar.Dicha bomballegó incluso a tener el doble de potencia que la anteriormente lanzadasobre Hiroshima, y su principio activo era el plutonio. Su impactose dio cerca del valle de Urakami, y se cobró alrededor de 25.000 heridos y 40.000 muertos, tanto en el mismo instante en que fueron alcanzados por la radioactividad, como también en los días siguientes por enfermedades, producto del envenenamiento tras haber estado expuestos.