Las autoridades del Pentágono informaron hoy que habrían matado al líder máximo de la rama de Al Qaeda en Siria, conocida como Frente al Nusra, tras un bombardeo aéreo ocurrido el jueves pasado, en la provincia de Latakia, situada al noroeste de la nación árabe. No obstante, las milicias de al Nusra aún no han confirmado el hecho.

El jefe terrorista fallecido tras el combate aéreo, según el comunicado oficial emitido por el Pentágono, sería un ciudadano saudita, llamado Abdel Muhsen al Sharej, alias Sanafi al Nasr, de 30 años de edad y considerado como uno de los líderes más trascendentes de la organización Al Qaeda.

Al Sharej había combatido en Afganistán, a partir del año 2007, contra las fuerzas norteamericanas; al igual que lo había hecho su padre contra la ocupación soviética, durante los años ochenta. En efecto, de acuerdo con la información de la agencia de noticias EFE, desde el año 2014, el líder saudí integraba la lista de “terroristas del Departamento del Tesoro estadounidense” y ha sido catalogado por dicha entidad como “terrorista mundial”.

La muerte del cabecilla fue confirmada por el vocero del Pentágono, Peter Cook, citado por diario La Nación, quien informó que el día 15 de octubre, las fuerzas de la coalición antijihadista dirigida por Estados Unidos, efectuaron un bombardeo “que se cobró la vida de Sanafi al Nasr, ciudadano saudí y número uno de la red de combatientes provenientes de Al Qaeda llamado 'grupo Jorasán'”.

Desde el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), con sede en Londres, ya habían informado ayer que Al Sharej falleció, tras un bombardeo aéreo de las fuerzas estadounidenses; pero restaba que Washington diera la confirmación oficial.

En tanto, desde el Frente Al Nusra no han notificado aún la muerte del líder, sólo se limitaron a comunicar públicamente que sus integrantes han sufrido varios embates y bombardeos en las regiones ubicadas al noroeste de Siria, sin especificar detalles sobre posibles víctimas.

Cabe destacar, que la ofensiva aérea de la coalición combate contra las células del autodenominado Estado islámico (EI) y de Al Qaeda, en Siria e Irak; mientras que el Ejército sirio, que cuenta con el apoyo de la Fuerza Aérea rusa, continúa avanzando en la ciudad de Alepo, ubicada al norte del país. Desde el inicio de los ataques aéreos han muerto al menos 36 extremistas islamitas y, aproximadamente, 21 soldados perdieron la vida en los combates, generando resultados favorables para el gobierno de Bashar al Assad.