La entrevista al Papa Francisco se realizó con vistas a la próxima conferencia de la ONU sobre clima, la COP21, que se llevará a cabo durante el mes de diciembre, en París. Las expectativas de Francisco para dicha cumbre, están dirigidas a lograr “decisiones concretas, compartidas y orientadas, por el bien común, al largo plazo", así lo manifestó en sus declaraciones al semanario francés, cuya nota fue publicada en el día de hoy.

En este marco, el papa se refirió al cuidado del mundo, al decir que "nuestra casa común está contaminada y no para de deteriorarse”, e hizo un llamado a la reflexión y el compromiso de todos para “proteger al hombre de su propia destrucción".

Asimismo, durante otro pasaje de la entrevista, Francisco habló sobre la dignidad humana y señaló, que el hombre debe “volver a situar en el centro a la persona” y renunciar a “idolatrar el dinero”;de ello dependerá, según el pontífice,“el futuro de las generaciones que poblarán la Tierra".

En la misma línea, denunció el culto al dinero y advirtió que “el capitalismo y el beneficio no son diabólicos en tanto que no los idolatramos". Pero si nuestro sistema social y económico tiene como base “la codicia (…) entonces nuestras sociedades se dirigen a la ruina", insistió Francisco.

Con respecto a la guerra, según la cadena de noticias Univisión, el papa hizo especial énfasis en los conflictos actuales, como los de Siria e Irak, manifestando que hay que priorizar los problemas urgentes, sin olvidar combatir las “causas”.

En efecto, Francisco reflexionó sobre los motivos de tantas guerras y violencia, al sentenciar que no se puede ignorar “la hipocresía de estos poderosos de la tierra que hablan de paz pero que, por debajo de la mesa, venden armas".

En el plano personal, el papa declaró que le gustaría pasear por las calles de Roma, como lo hacía en sus épocas en Buenos Aires, porque siempre fue “un cura de la calle”; y que también le agradaría comer “una pizza con amigos”, pero que es muy difícil, “casi imposible”, confesó Francisco.

Sin embargo, el pontífice aseguró que lo que nunca le falta es el contacto con la gente, "veo a mucha gente, mucha más que en Buenos Aires -reconoció - y eso me alegra” y agregó, que en cada abrazo de un fiel, siente que Jesús lo abraza.