A pesar de las luchas emprendidas por las organizaciones de derechos de los Animales, las promesas del gobierno y cambio de la tendencia en muchas partes de Asia se siguen comiendo carne de perro.

Una costumbre que parece pasar de generación en generación con el paso del tiempo, el intercambio de culturas y la caída de muchas tradiciones locales. Se resiste a desaparecer. En algunas zonas, sobre todo en Corea del Sur, los platos de carne de perro siguen siendo muy populares. De hecho, hay granjas reales, a menudo clandestinas, donde los animales están encerrados en jaulas estrechas y pequeñas.

La suya es una vida de privaciones, sufrimientos, dolor, donde esperan con ansiedad el paso del tiempo a la espera de sutriste final, la muerte para ser consumido por los humanos.

Por lo general, esperan tres años antes de matarlos y ponerlos a la venta. Aunqueen algunos casoslos cogen de las casas y de las calles y para masacrarlos sin escrúpulos.Entre las asociaciones que se ocupan de su recuperación encontramosla Sociedad Protectora de Animales del Suroeste de Washington, que recoge los animales que se encuentran encondiciones abusivas y que probablemente sean para consumoy los llevan hastalos EE.UU.

El objetivo final es que algunafamilia adopte a estos seres vivos. Pero antes se debe hacer frente al pobre carácter y estado de ánimo del animal tras todo el sufrimiento que ha pasado encerrado en esas jaulas sin tener una vida digna.

Recientemente el grupo ha podido capturar aveinticinco perros de lasgranjas que los tienen preparados para vender su carney que estaban abandonados porque los que los tenían encerrados dejan de comercializar con su carne para montar campos de cultivo de arroz. Una práctica que se ve muy a menudo también en las tierras de Corea.

Algo positivo porque significa que muchos granjeros dejan de usar perros para matarlos para vender su carne pero que por otro lado dejan abandonados en esas malas condiciones a los que ya tenían.De hecho, si este tipo de sociedades protectoras no interviene los animales acaban muriendo de hambre porque están totalmente abandonados.

La asociación quiereencontrar un nuevo hogar para estos perros e informan a las nuevas familias de sus condiciones. Son animales torturados, golpeados, maltratadosy que por lo tanto, estándeprimidos y tienen miedo.

La demanda de carne de perro sigue siendo alta, especialmente durante el festival de Yulin, que decreta cada año la muerte de cerca de dos millones deejemplares. Para crear conciencia sobre ello, la Humane Society International ha decidido organizar campañas de información antes de las Olimpiadas de Invierno de 2018 en Pyeongchang, Corea del Sur.