“Soy malala, una niña como cualquier otra… aunque tengo algunos talentos especiales. Puedo ganar un pulso a alguien que me dobla la edad. Me encantan los cupcakes, pero no los caramelos”. Así comienza la biografía de Malala Yousafzai, la niña pakistaní que conmovió al mundo por defender el derecho a estudiar de las niñas en Oriente Medio.

“Los pashtunes somos un pueblo que ama la religión. A causa de los talibanes, todo el mundo cree que somos terroristas -escribe la Premio Nobel de la Paz-. Pero no es así, somos amantes de la paz. Nuestras montañas, nuestros árboles, nuestras flores: todo en nuestro valle transmite paz”.

Malala se hizo escuchar en una época en que los musulmanes tienen muy poca aceptación. Aceptar la diversidad cultural es un proceso de cada individuo, influenciado tanto por políticas públicas como por los medios de comunicación. El islam es ajeno a ojos occidentales. Es difícil tener y generar interés genuino por comprender una cultura tan diferente a la propia. Y se hace aún más complicado ya que los medios lo hacen sinónimo de enfrentamientos y violencia.

Pero, ¿qué entiende uno cuando ve un musulmán por la calle? Al pensar en una cultura tan distinta a la propia, casi por instinto comparamos qué es lo que la otra sociedad no tiene y la nuestra sí. Esa es una mirada etnocentrista que los antropólogos abandonaron hace un siglo.

La corriente del funcionalismo-estructuralismo propuso entonces analizar la cultura ajena en sus propios términos: con su historia, sus costumbres, sus porqués.

En 2012, Amnistía Internacional publicó un informe donde detalló la discriminación que sufren los musulmanes en Europa, alimentada por el miedo que impulsan los partidos políticos. En estos últimos tres años, la islamofobia creció. La crisis de los refugiados sirios llegó para replantear el cuadro completo de la falta de comprensión e inclusión.

Replanteo para los políticos, los medios, y la sociedad.

En Argentina no hay censos oficiales respecto de la opinión sobre el Islam. El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo argentino (INADI) resalta no haber recibido denuncias por segregración religiosa, aunque advierte que algunos medios transmiten “un mensaje confuso”.

Silvia Montenegro, investigadora del CONICET, dice que no es usual que en nuestro país las comunidades musulmanas tengan un discurso que genere intolerancia, sino que son los medios de comunicación los que replican situaciones que no son las locales y generan estigmas.

Hay que ser conscientes de que esta problemática está ideologizada y manipulada por intereses externos. La "demonización" del islam es una constante que parece tener como objetivo prolongar esa paranoia antiislámica. Cuando pensemos en su cultura y veamos a Malala en vez de a una potencial amenaza, habremos puesto un límite en la escalada de violencia.