El Ébola, también conocido como fiebre hemorrágica, es una enfermedad viral aguda que generalmente resulta letal para el ser humano, alcanzando una mortalidad de hasta un 90%.

Este virus fue detectado por primera vez en el año 1976 al producirse dos brotes simultáneos que se dieron en Sudán y la República Democrática del Congo, más precisamente Nzara y Yambuku.

Pertenece a la familia de virus de ARN (ácido ribonucleico) llamado Filoviridae y al género filovirus. Actualmente existen cinco tipos detectables de Ébola:

· Ébola Bundibugyo (BDBV);

· Ébola Zaire (EBOV)

· Ébola Reston (RESTV)

· Ébola Sudán (SUDV)

· Ébola Taï Forest (TAFV)

La transmisión de la enfermedad comienza a través del haber mantenido contacto con órganos, sangre, fluidos u otras sustancias pertenecientes a animales infectados. Una vez que este alcanza a las personas el contagio es por contacto directo.

Los síntomas son diversos y entre ellos se encuentran los dolores musculares, fiebre, vómitos, decaimiento y sangrado por los poros de la piel, daños en este órgano y hasta hemorragias internas.

Luego de años sin registrarse casos, el Ébola regresó comenzando en Guinea, llegando a Liberia, Sierra Leona y Nigeria, teniendo brotes fuera de África debido al contagio de viajeros que luego regresaron a sus países de origen.

Hasta el momento, Liberia es el país con mayor número de muertes por Ébola, contando con 4181 muertos y 7244 infectados, le sigue Sierra Leona con 1463 fallecidos y 6802 contagios. Por último Guinea cuenta con 1284 muertes y 2123 infecciones, todos datos dados a conocer por la OMS (Organización Mundial de la Salud).

El alto riesgo de contagio de dicha enfermedad es tan fuerte que sucede que al momento de la muerte de algún infectado por dicho virus, el protocolo indica que no se le puede realizar a la víctima una autopsia, debiendo incinerar el cuerpo inmediatamente.

Actualmente el Massachusetts Institute of Technology ha logrado desarrollar un test que permite detectar la enfermedad en 10 minutos y otras clases de fiebres hemorrágicas como la amarilla.

Anterior a este descubrimiento el procedimiento para verificar la presencia del Ébola consistía en una extracción de sangre con su posterior análisis, que podía llegar a demorar desde cuatro a seis horas hasta tres o cuatro días dependiendo de la cercanía del laboratorio.