Muchos españoles se sienten traicionados por el Partido Popular y especialmente por Mariano Rajoy (presidente del Gobierno) y Alberto Ruiz-Gallardón (ministro de cartera de Justicia hasta ayer, cuando dimitió). Entre las promesas que el Partido Popular había hecho a sus votantes estaba la de derogar la ley que hace unos años aprobó el parlamento, en ese momento con mayoría de izquierdas, y que promoviera en su momento el Partido Socialista Obrero Español.

"Aborto legal, estado criminal", "Traidores", "Un aborto más, un voto menos. Rajoy Dimisión" son algunos de los carteles que portaban los congregados en Génova provistos de silbatos, cacerolas y campanas y coreando frases como "Gobierno terrorista, Gobierno abortista", "que no, que no, que no nos representan" o "más cigüeñas y menos gaviotas".

Este es solo una pequeña parte de todo el electorado que hace unos años votó por el Partido Popular gracias en parte a sus ideas contrarias a un aborto que se encuadrase en una ley de plazos y que ahora se siente traicionado por un gobierno que no respeta sus propias promesas y decide que es más importante los votos de la mayoría que las promesas hechas a quienes confiaron en ellos. Desde luego en antecedentes ya nos encontrábamos desde hace muchos años. Este es un país que provincia por provincia y pueblo por pueblo ha tenido últimamente una mayoría de derechas, una mayoría que ha apostado por construir meses antes de las elecciones rotondas y semáforos para ganarse los votos que no pudieron obtener con políticas de verdad.

Y estoy hablando de los que jugaron con unos miles de euros, hay gente que construyó aeropuertos o circuitos de fórmula 1 a cargo de todos los ciudadanos y a beneficio de votantes para ellos.

Quedaba claro que si al acercarse las elecciones veían que les iba a salir muy caro derogar la ley del aborto los niños del "holocausto silencioso" que comentaba un cardenal hace unos meses iban a valer de muy poco frente al silencio de sus votantes en las próximas elecciones municipales y generales. Así es la política en España. Luego dirán que España va bien.