Analía Oliveira, de 24 años, la joven desaparecida el pasado 9 de agosto, había llegado a Buenos Aires desde Misiones, su lugar de nacimiento, acompañando al que entonces era su pareja. Tan sólo hacía año y medio que residía en Tristán Suárez con Samanta Villagra, su amiga de 26 años, que manifiesta que, la noche en que se produjo la desaparición, Analía se había citado con alguien para devolverle un pijama.

El pasado 18 de agosto, cuando aún no se había denunciado la desaparición, fue hallada una bolsa en el arroyo de un descampado, conteniendo dos piernas.

Resultaba difícil su identificación debido a que, en principio, no aparecía señal alguna en los restos encontrados, lo que desmintió más tarde el hermano de Analía, cuando se le solicitó para la identificación.

A pesar de que los primeros resultados de ADN, realizados por la Asesoría Pericial de la Plata, dieron positivo, Miriam, la madre de la joven solicitó del fiscal Ezeiza una segunda prueba. Considera que las afirmaciones de los investigadores judiciales, que afirman que se trata de un homicidio, no coincide con los las características de los restos humanos ya que el hermano de la supuesta víctima, al ser requerido para el reconocimiento de los mismos, asegura que aparece en el pie una especie de mancha de nacimiento que su hermana nunca tuvo.

De cualquier modo, el caso aún sigue investigándose.

Por otra parte, al día de hoy sigue la búsqueda de Ayelén Abigail Urbe, de 14 años, cuya desaparición, afirma su padre Julio Bustos, se produjo en la mañana del pasado martes en la ciudad de Merlo (Buenos Aires).

Todo hace suponer que la joven se fue tan sólo con la ropa que llevaba puesta, como si hubiera salido de un modo precipitado.

Sus padres afirman que Ayelén era una adolescente normal. El único conflicto que mencionan está relacionado con la falta de aprobación, por parte de su madre, en cuanto a una correspondencia que la adolescente mantenía con un joven de 20 años al que consideraban un manipulador que mantenía a su hija bajo un absoluto control.

Parece ser que al citado joven, objeto de las sospechas de Julio Bustos, no se le conocía domicilio fijo y que apareció en el barrio como salido de la nada. Se supo entonces, que el muchacho había vuelto desde Bariloche el mismo día de la desaparición de Ayelén.

Según comenta Julio Bustos, el joven en apariencia no mostraba signos de agresividad, sin embargo era sabido que, sea cual fuere el lugar donde había estado, siempre tuvo problemas.

La imagen de Ayelén sigue difundiéndose mientras se solicita ayuda a los ciudadanos para continuar en su búsqueda.