Ikea es una marca líder en la industria del mueble, eso es algo que nadie puede discutir. Ha logrado que su marca y sus colores sean sinónimo de diseño y sentido práctico y se podría llegar a considerar que han llegado al nivel de icono popular. No hace falta dar muchas explicaciones cuando alguien hace un chiste gráfico sobre Ikea, todos lo entendemos. Por ejemplo hace unos años surgió uno en el que se mostraba como en una entrevista de trabajo para una de sus tiendas se le pedía al candidato que montase antes la silla en la que iba a sentarse durante dicha entrevista.

Esta potencia de marca aporta un poder a la compañía que en algunos casos roza lo ridículo, como una acampada en frente a una de sus tiendas para poder entrar los primeros. En este caso ser el primero tiene un cierto premio económico, ya que los primeros treinta y nueve recibirán un sofá con un valor de casi cuatrocientos dolares, los siguientes cien recibirán una butaca de casi setenta dolares y los cien primeros niños recibirán un peluche. Además de que se sortearán vales descuento de hasta 250 dólares. Evidentemente estos regalos tienen su importancia, pero otras marcas han utilizado el mismo truco y no les han salido tiendas de campaña en el aparcamiento.

Ikea ya desembarcó hace muchos años en el país del Tío Sam y, tras unos inicios algo tímidos, arraigó con fuerza en la sociedad consumista que es actualmente Estados Unidos.

Las tiendas se llenaban y, aunque Europa sigue siendo su principal fuente de ingresos y su apuesta más segura, el flujo de dolares procedentes de los bolsillos de los estados en los que se asentaba alimentaron nuevas tiendas hasta que algunas de ellas se convirtieron en las más grandes de la empresa. Esta, por ejemplo, cuenta con una superficie de casi cuarenta mil metros cuadrados y mil quinientas plazas de aparcamiento.

La apertura de esta tienda se ha transformado en algo parecido a la llegada de un grupo de rock a la ciudad y ese es el tipo de cosas que solo las grandes marcas pueden decir. Viendo el poder reclamación que ha conseguido el "concurso" no podemos si no esperar que la tienda de Miami goce de un brillante futuro.