Mañana se celebran elecciones en Estados Unidos, concretamente, son para el Senado. Dichos comicios se celebran en el marco de una Constitución que se considera un modelo a seguir para la mayoría de las naciones. Sin embargo, en torno a esta Carta Magna hay algunas historias, verdades incómodas, que muy poca gente conoce.

Entre las pocas personas que conocen uno de los misterios de la Constitución de Estados Unidos, hay tres grandes científicos de la altura de Albert Einstein, Kurt Gödel y Oskar Morgenstern. Resulta que en la Constitución de Estados Unidos hay, según pensaba Kurt Gödel, unas contradicciones que permitirían que el país se convirtiera en una dictadura fascista y militar.

La historia sucedió como sigue: en 1938 Adolf Hitler se anexiona Austria. Gödel, que era un lógico, filósofo y matemático austriaco, se vio obligado a emigrar a los Estados Unidos, ya que su categoría profesional como profesor había sido suprimida y tenía que presentarse a una oposición que difícilmente ganaría, pues en los años anteriores, había tenido contacto con un grupo de científicos y filósofos denominado Círculo de Viena, algunos de los cuales eran judíos. Además, era apto para el servicio militar, lo que significaba que el ejército alemán podía llamarlo a filas e cualquier momento.

El caso es que en Estados Unidos consiguió una plaza de profesor en el Instituto de Estudios Avanzados.

Se afincó en Pittsburg y a los pocos años solicitó la nacionalidad estadounidense. Para conseguirla tenía que hacer dos cosas relativamente sencillas para él: por un lado necesitaba avales. Gödel contaba, ni más ni menos, que con Albert Einstein y Oskar Morgenstern. Además, tenía que superar un examen oral de nacionalidad, realizado por un juez.

Gödel estudió la Constitución en profundidad, tanto que escarbó hasta sus fundamentos lógicos. Y allí descubrió que era lógicamente inconsistente, esto es, que había contradicciones entre algunas de las proposiciones que la formaban. Y, lo más grave de todo, que tales contradicciones podrían permitir que alguien en el poder instaurara una dictadura similar a la de Hitler en Alemania: militar y fascista.

Gödel, que se excitaba ante hallazgos de tal categoría, contactó inmediatamente con Morgenstern y con Einstein. Estos, que conocían al genio matemático, sabían que si no lo convencían, podría meterse en un problema en el examen ante el juez, con lo que no conseguiría la nacionalidad.

Todo lo que tiene que llegar, llega en esta vida y el examen de ciudadanía de Gödel no iba a ser menos. Gödel se presentó ante el juez Philip Forman, que instruía su causa, montado sobre los hombros de sus gigantescos avales, conocidos por el público estadounidense. El juez, asombrado por los acompañantes del matemático austriaco estaba impresionado. A Morgenstern y a Einstein se les permitió presenciar el examen.

Este transcurrió con normalidad y Gödel fue superando una a una las preguntas formuladas por Forman. Sin embargo, este sacó el tema de las dictaduras y de los Estados Unidos. El diálogo fue el siguiente:

- Usted tenía la nacionalidad alemana hasta ahora, ¿no?

- Austriaca - le corrigió Gödel.

- Es igual - prosiguió el juez -, aquello fue durante una horrible dictadura, pero afortunadamente eso no puede pasar aquí.

- ¡De ninguna manera, yo puedo demostrarle que sí!

Cuando Gödel comenzó a explicarle al juez Forman cómo tal cosa era posible, este se dio cuenta de que si dejaba hablar al estrafalario genio, se vería obligado a suspenderle, por lo que le denegaría la nacionalidad. Así que se mostró indulgente y paró a Gödel, mientras que Einstein y Morgenstern lo calmaban.

Gödel consiguió la nacionalidad y cada uno de estos hombres continuaron con su vida. En 1978 murió de hambre, debido a que padecía una especie de delirio mental que le hacía creer que lo intentaban envenenar a través de la comida. Solo confiaba en su esposa, Adele Nimbursky, quien tenía que probar la comida antes de que él. Sin embargo, ella enfermó y fue hospitalizada durante seis meses, durante los cuales Kurt Gödel se negó a comer. Cuando falleció pesaba 32 kilos y medio.

Las contradicciones que encontró Gödel en la Constitución de Estados Unidos son en la actualidad desconocidas. No obstante, algunos estudiosos apuntan hacia el artículo quinto, que permitiría realizar cambios sin especificar límites a los mismos. Sea como fuere, las elecciones al Senado de Estados Unidos de mañana se celebrarán bajo la sombra de esta Constitución que podría ocultar una bomba de relojería de este calibre.