Como primer artículo en este apasionante proyecto que hoy empezamos, juntos, quiero hablar de la última, o la segunda, ciudad que se ha asentado en mi corazón (otro día puede que hable de la que le acompaña): Estambul.

Capital de dos imperios, ciudad repartida entre dos continentes, dos mundos, e infinitas culturas. La ciudad más poblada de Europa, con los atardeceres más bonitos que jamás haya visto, que se entremezclan con la llamada a la oración, sus minaretes, el cuerno de oro, sus contrastes entre las diversas calles y sus aglomeraciones de gente.

Pasear por Estambul es como darse un paseo por la Historia Universal, con Santa Sofía como máxima expresión de su evolución; inaugurada en el siglo IV como iglesia bizantina, durante el siglo XII, con la ocupación latina de Constantinopla, pasó a ser sede de la Iglesia Católica, pero tras poco menos de 60 años volvió a acoger las prácticas bizantinas. En el siglo XV, con la llegada de los otomanos, fue reconvertida en mezquita y se le construyeron cuatro minaretes a su alrededor y ya en los treintas del pasado siglo, con la llegada de la Moderna (y laica) República de Turquía, y de su venerado líder Atatürk, fue reconvertida en museo, prohibiéndose cualquier tipo de culto en su interior...

la cúpula de Santa Sofía fue la de mayor tamaño en el mundo durante casi mil años y a partir de ésta se empezaron a construir las mezquitas con cúpula, antes solo tenían minaretes.

Atravesando el parque de Sultanahmet; repleto de turistas de todos los idiomas y colores, nos topamos con la Mezquita Azul, con sus seis minaretes, los cuales fueron motivo de conflicto en el mundo musulmán cuando se mandaron construir allá por el siglo XVII ¡la única mezquita con seis minaretes era la Kaaba!

¿Cómo osaba el Sultán Ahmed equipararse con la mezquita de la Meca? el Sultán lo solucionó fácilmente mandando construir un séptimo minarete en la Meca, aunque en la actualidad sí que se encuentran otras mezquitas alrededor del mundo con más de seis o siete minaretes. El nombre oficial de la mezquita en Sultanahmet, como el Sultán que lo mandó construir, también se llama así el parque que te lleva a él (como ya os habréis percatado) y todo el barrio que lo envuelve.

Es conocida coloquialmente como Azul por el color de los mosaicos de su interior.

Sin duda estar en aquel jardín mirando hacia ambos monumentos es un privilegio que, cuando no estás allí, lo sientes como increíble; teniendo ese par de maravillas tan al alcance de la mano.