La muerte de Roberto Gómez Bolaños nos dejatodas las frases que inmortalizaron sus inolvidables personajes y que ya hanpasado a formar parte del imaginario colectivo y la cultura de millones depersonas.

El Chavo del Ocho, metiéndose constantementeen líos que eran recriminados y castigados por sus vecinos, acostumbraba adisculparse con “Fue sin quererqueriendo”, aunque normalmente eso no le evitaba las collejas que traíanaparejadas sus desgracias. Más o menosla misma utilidad tenía su constante “Bueno,pero no se enojen” o la repetida “Esque no me tienen paciencia”. En ocasiones, el niño pobre que iba a laescuela del Profesor Jirafales decía algo que no debía decir, una burla o unmote o cuando le llamaba “maestro longaniza”.

El Chavo entonces se disculpabasorprendido con “Es que se me chispoteó”.

El resto de los personajes de la serie tambiénacostumbraba a repetir las mismas coletillas. El profesor Jirafales exclamaba “Ta, ta, ta, ta, ta” cuando entraba encólera y debía contenerse ante los disparates de El Chavo. Don Ramón no secontenía tanto y terminaba sus “golpisas” con un “No te doy otra no más…”

Cada vez que una persona se hallaba enpeligro, ya por el asalto de unos malhechores, ya por cualquier otra desgracia,exclamaba al cielo: “Y ahora, ¿quién podrá defenderme?” Y esto era el reclamopara que apareciese, como surgido de la nada, el superhéroe mexicano porexcelencia: El Chapulín Colorado. Su llegada era saludada con la frase: “Más ágilque una tortuga, más fuerte que un ratón, más noble que una lechuga, su escudoes un corazón”.

El Chapulín resolvía estos entuertos, aún apesar de su evidente torpeza y sus pocas luces, y solo al final exclamaba: “No contaban con mi astucia”. Cuando sele hacía evidente a él algo que ya era evidente hasta para el más tonto de losespectadores, acostumbraba a decir: “Losospeché desde un principio”, en tanto que el reclamo de ayuda para vencera los facinerosos se hacía con: “Síganmelos buenos”. “Que no panda el cúnico” o “todosmis movimientos están fríamente calculados” eran algunas de las otrasfrases que solía repetir El Chapulín en sus aventuras.