En el día de hoy se cumplen tres décadas del desastre de Bhopal, en la India. Ojalá pudiéramos decir que esta tragedia ha servido para que aprendiéramos a hacer mejor las cosas. Actualmente, estas catástrofes siguen ocurriendo continuamente a pequeña escala, debido a la explotación irregular que las grandes empresas llevan a cabo en todas las partes del mundo, sobre todo en aquellos lugares más desfavorecidos.

En Bhopal, un día como hoy de 1984 se produjo un escape en una fábrica de pesticidas, perteneciente a Union Carbide. Esta compañía americana acabó con la vida de unas veinte mil personas y dejó graves secuelas en la mayor parte de la población, que aún hoy siguen haciendo estragos.

La Agencia Magnum, ha publicado su recopilación particular de la hecatombe. Fotografías de ancianos consumidos, fetos deformados y demás horrores que se puedan imaginar, son el mismísimo reflejo de la calamidad. No permitamos que imágenes como estas sigan repitiéndose allí donde nuestros ojos no pueden verlas.

En la localidad de Bhopal, hoy siguen recordando a las víctimas de aquél gas tóxico que lo invadió todo. Son figuras silenciosas, que portan velas y fotografías de sus seres queridos, esperando a una justicia que nunca llega. Se calcula que alrededor de ciento cincuenta mil personas siguen sufriendo los efectos del desastre. La antigua fábrica aún sigue en pie, no es más que un amasijo enorme de metal retorcido, pero en su interior contiene aún grandes cantidades de residuos altamente venenosos.

Las aguas aún siguen contaminadas por la nefasta gestión, que la Compañía Carbide hizo de las sustancias tóxicas. Este líquido contaminado es consumido por la mayor parte de la población más desfavorecida, lo que provoca en la actualidad la aparición de patologías crónicas y malformaciones en los nonatos. Y no se ha hecho nada, para que esta situación cambie.

Únicamente, una gran parte de aquellos que sobrevivieron a la catástrofe recibieron 300 euros como indemnización, hasta ahora, después de tres décadas es lo único que han conseguido.

Diversas asociaciones como Amnistía Internacional, siguen luchando ahora por que la compañía Dow Chemical que se hizo cargo de Union Cambride hace ya trece años, desinfecte los terrenos aledaños a la fábrica con el fin de recuperar la salubridad de las aguas.

Sin embargo, esta empresa hace oídos sordos y niega su responsabilidad en la catástrofe. Mientras todo se pierde entre papeles y burócratas, sigue sin hacerse justicia y las personas siguen pasando penurias y muriendo por algo que ocurrió hace mucho tiempo, viendo como el gobierno Indio se dedica a desatender a sus ciudadanos en beneficio de las grandes empresas.

Hasta cuándo se supone que vamos a seguir otorgándole al capital la supremacía sobre la vida y la muerte. Cómo algo tan impersonal como el dinero, es lo que decide el rumbo del mundo y de sus habitantes, cuando en realidad debería ser una herramienta para el bienestar de todos. Y entonces debemos preguntarnos, dónde quedan los valores del ser humano… o quizá la pregunta acertada sería ¿cuánto valen?