Los Inicios: La Plata y las experiencias de ocupación de lo público.

Durante 1991 un grupo de jóvenes, integrado entre otros por Silvina Babich, estudiante de artes; Alejandro Meitin, originalmente graduado de abogado que había desarrollado una vasta experiencia naturalista en Patagonia y en algunos países europeos, y Rafael Santos, estudiante de agronomía y pintor sin formación artística formal, adecuamos un espacio cultural de La Plata llamado "El Pasillo".

Su director era y es Mario Stolowiky, y en el lugar por entonces se desarrollaban actividades teatrales a cargo del actor y director Norman Brisky, para realizar una presentación de bocetos realizados durante una sorpresiva incursión contra el autoconfinamiento y la neutralidad de la escuela de artes de nuestra ciudad.

Durante los preparativos de acondicionamiento para esta presentación, dividimos mentalmente en dos alas este espacio. Una fue el "Ala Teatral", destinada a las actividades habituales del sitio y la otra, el "Ala Plástica". Esa muestra reunió a un grupo de jóvenes y convirtió el sitio en un espacio de debates sobre la forma en la que el Arte podría influenciar la vida para encontrar una posibilidad de una nueva relación con lo cotidiano.

Bajo el título "La desmitificación del arte" el crítico platense Ricardo Álvarez Martin reflexionaba en relación a la muestra en la sección cultural del diario "El Día": "Nuestra ciudad es testigo de la germinación espontánea de jóvenes que apuntan a romper el egocentrismo individualista, desmitificando la cultura, y poniendo a la misma como algo vivo y no como algo asfixiante y oprimente"

Si bien la plataforma para continuar en ese lugar estaba montada, la necesidad de luz nos invadía.

Comenzamos entonces a escrutar espacios públicos vacantes de la ciudad para establecer un nexo de comunicación que nos permitiera poner en juego diferentes fuerzas que aquellas encontradas dentro de un ambiente cerrado. Por largo tiempo, en nuestra región el exterior fue resignado y el espacio público, la comunicación y el contacto comunitario, circunscritos al interior.

Necesitábamos escapar del atrincheramiento y de las profundas sensaciones nefastas dejadas por la dictadura. Esta búsqueda no se relacionaba con la idea de reproducir el modelo del cubo blanco y sus limitaciones endógenas en el espacio público, sino la de crear un espacio de experimentación, búsqueda y contacto, involucrando aspectos ecológicos, sociales, mentales y económicos del paradigma ambiental y de la transformación en el arte.

Así, llevamos adelante la recuperación física y funcional de una biblioteca abandonada dentro del Parque Zoológico de La Plata, constituyendo en este lugar de entrenamiento para la indiferencia, un espacio complejo de reunión y creación intelectual y una válvula de escape a la alienación que emergió en el territorio como el centro de una red radiada de acciones.