"Sin imaginación no hay vida, no hay política y no hay pensamiento. La imaginación nos hace entender el dolor de los demás. Así es que la literatura permite el desarrollo de la imaginación y ésta es la fuerza de la literatura." dijo Dacia Maraini en un perfecto italiano en la sala Victoria Ocampo en la 41º edición de la Feria del libro el viernes. Será por eso que se dedicó a la escritura, para transmitir o que sus lectores imaginen el dolor que bien conoció de pequeña, cuando a los siete años fue encerrada junto a su familia en un campo de concentración.

Maraini vino a Buenos Aires a presentar sus dos últimos Libros: 'L'amore rubato", recientemente traducido al español y 'Santa Chiara. Elogio della disobbedienza'. Contó ante un auditorio colmado su reticencia a escribir sobre la figura de Santa Chiara, y que pasado ese momento, y a pesar de haber escrito numerosos libros durante su carrera, no había trabajado jamás tan intensamente. Definió a la santa assisana como una figura política y revolucionaria más allá de su costado religioso, y destacó tres principios por los que abogó Clara de Asís: 'el privilegio de la pobreza' a partir de la negación absoluta del derecho de propiedad; el principio de igualdad, contraponiéndose a los demás conventos de la época donde se mantenían las jerarquías feudales; y el rechazo hacia el mando y el castigo.

La autora, muy reconocida por su novela 'La lunga vita di Marianna Ucrì', retomó en varios momentos el primero de los principios de la protagonista de su libro: "esto Santa Chiara lo había entendido profundamente cuando escribe su primera regla y creo que sea de gran modernidad. Hoy con la cultura del mercado en la que vivimos inmersos se favorece el concepto de ser humano objeto que puede ser vendido.

El consumismo existe en esta necesidad arcaica de poseer al otro. El de la posesión es un concepto arcaico que no funciona más. Quien se adecúa cambia, demuestra inteligencia, demuestra adhesión a su tiempo, quien no se adecúa termina en la tragedia".

Dacia no dudó en hablar de Italia, reconoció que se conocen escándalos y hechos de corrupción pero insistió con que debajo de esa realidad muy difundida por los medios de comunicación "hay otra Italia, que es mejor que la clase dirigente" y mencionó la figura de los voluntarios italianos que atraviesan las fronteras para ayudar a los demás, aún a riesgo de poner en peligro su vida.

Ante la consulta de cómo se debería adecuar Italia hoy para no terminar en la tragedia, respondió: "Es una pregunta difícil. Defendiendo los valores que hemos conquistado, pero con tenacidad, practicándolos porque debemos dar un buen ejemplo. El único modo de resistir a la tragedia es practicando los grandes valores que han dicho San Francesco y Santa Chiara, que ellos han establecido y que hoy vienen confirmados por estas figuras que a riesgo de perder la vida combaten la mafia. Y que lo hacen porque saben que es una plaga de Italia y que allí hacen nido todos los males, en la criminalidad organizada y en los vínculos con la política. Valores como los de los derechos humanos que conquistamos como Europa con la Revolución Francesa, con el Renacimiento y la Unificación Italiana.

Todo esto es un resultado que no debemos perder por ningún motivo. Debemos defender estas conquistas aunque pongamos a riesgo nuestra vida. Defender valores y derechos adquiridos, y predicar con el ejemplo, un atajo para salir del camino hacia la tragedia. Sin importar el lugar en el mundo donde se esté parado".