Stieg Larsson, escritor y periodista sueco, es el creador de la atrapante y mágica saga que deja a todos sus lectores con la boca abierta y muchas reflexiones por hacer. Sus tres libros, titulados “Los hombres que no amaban a las mujeres”; “La chica que soñaba con un cerillo y un bidón de gasolina” y “La reina en el palacio de las corrientes de aire” reflejan la vida de dos personas: Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander. Estos dos individuos, en un principio, no se conocen y cada uno desarrolla su vida en particular.

Él, un periodista de una revista de pocos recursos (“Millennium”, mismo nombre que la saga); ella, una persona antisocial que trabaja para “Milton Security” haciendo investigaciones que su jefe le pide.

Pero Lisbeth tiene otras actividades además de su trabajo: es una hacker profesional que conoce todo sobre la persona que tiene ganas de conocer.

En el primer libro, las vidas de Mikael y Lisbeth van a comenzar a interrelacionarse a partir de que él es condenado a prisión por difamación y ella decide comenzar a stalkear su vida privada, para conocer un poco más sobre este periodista tan mencionado. Antes de ir a prisión, Mikael recibe un último trabajo: tratar de encontrar, o por lo menos confirmar que murió, la nieta de un empresario millonario que desapareció el mismo día que hubo un atentado en el puente de la ciudad de Hedestad, Suecia. Una mujer que hacía 36 años que no la encontraban y que la policía misma la había dado por muerta.

Para el abuelo, su nieta no había muerto, pero a la vez no había nada que confirme que ella estaba con vida. Por eso decide contratar a Mikael, para que haga el intento por averiguar qué fue lo que paso. Él acepta esta propuesta sin ningún tipo de expectativa de poder encontrar algo que la policía no haya descubierto y como último trabajo antes ir a prisión.

Lisbeth, en paralelo, revisaba sus correos, chequeaba qué había sido lo último que había escrito en su notebook, verificaba su cuenta bancaria, entre otras actividades. Era una hacker profesional que podía ingresar a cualquier computadora y burlar cualquier tipo de clave o restricción que tuviera. ¿Qué pasó? Como a todo buen cazador, también se le escapa la liebre.

Lisbeth es descubierta por Mikael cuando él la encuentra revisando sus correos. Lo que hace es contactar con ella: va a su casa sin previo aviso, le comenta que había estado observando que ella se había metido en su computadora y revisado su información privada y, en lugar de iniciar acciones legales o algo por el estilo, le pide colaboración. Le pide ayuda para poder avanzar en el caso de Hedestad y ver qué fue bien lo que pasó con la nieta del millonario. A partir de ahí, sus vidas no serán lo que venían siendo.

Esta es una pequeña introducción de lo que es el primer libro, “Los hombres que no amaban a las mujeres”. Una historia que se vuelve adictiva para los ojos de los lectores y que no llama al aburrimiento.

Constantemente se están desarrollando actividades y hechos que incitan una y otra vez a leer, leer y no parar. Destacable es la redacción, lo atrapante de sus historias, los detalles de los personajes, la manera en que se conectan los hechos y la posibilidad de contar historias en paralelo sin que uno pierda el hilo de los diversos sucesos.