“Estaba esperando a que se alineen los astros para poder entrar como cuando lo hice con No te va gustar”, explicaba en una entrevista Mateo Moreno, miembro fundador de la gran banda uruguaya. Luego de seis años de espera, las condiciones están dadas y el cantautor regresó a la Argentina para presentar su tercer disco en solitario, “Meridiano”, con una gira que incluyó Buenos Aires, Rosario y La Plata. “Para mi es un sueño volver a la Argentina”, reconoció el músico durante el show en La Trastienda y ansió: “Espero seguir viniendo consecutivamente”.

Y Mateo no defraudó a quienes deseaban verlo en vivo tocando los temas de sus magníficos discos solistas: “Auto” (2008), “Calma” (2010) y el reciente “Meridiano”. El comienzo del show fue bastante significativo: A la bella melodía de “Adiós” (el tema que cerraba el disco “Aunque cueste ver el sol” y que compuso cuando tenía 20 años) le sucedieron el emotivo homenaje a su ex compañero Marcel Curuchet con pulso reggae de “1000 velas” y el ímpetu rockero de “Desierto digital”, que abre su primer disco solista. “¡Muchísimas gracias! Es un placer, de corazón, estar con ustedes acá”, agradeció emocionado el músico.

Además de su jerarquía musical característica, a Mateo se lo vio muy cómodo e interactuando constantemente con el público.

“Muchas gracias por hacerme sentir como en casa”, reconoció. Incluso en su vivaz retórica incluyó algunas bromas sobre Halloween o sobre la realidad argentina (“En el stand están mis discos, pueden comprarlos. Ya se que están yendo a cambiar dólares porque no saben si gana Macri o Scioli, o resucita Perón”). Además, el bajista contó con una banda de lujo integrada por Gustavo Montemurro, en teclados; Pedro Alemany, en guitarra; Federico Blois, percusión, guitarra acústica y voz; y Martín Ibarburu, en batería.

Pero sin dudas el gran acierto fue la manera en que confeccionó la lista de temas intercalando sus propias composiciones (“Como un niño en un hangar”, “Simple”, “El reloj”, “Verdad”) con algunas gemas de NTVG como “Te quiero más” (“Un tema que hice cuando tenía 15 años, que después paso a ser uno de los éxitos de NTVG”, comentó) y una lograda versión de “Luces en el Calabró”, de Jaime Roos.

En el repertorio, por momentos, predominaron las canciones de su flamante trabajo: “Pequeño sol”, que la definió como “la fusión de la Música china, con una canción de cuna y una influencia de Spinetta”; la brillante versión de “Hipocresía” de Rubén Blades; y el candombe “Tuyo”.

En el final de la presentación subieron los invitados para interpretar “Cielo de un solo color”, de NTVG. “Vamos a invitar a dos grandes músicos, uno de ellos un amigo mío de la infancia. Darío Prieto, gran director de murga, formó parte de NTVG, cantaba y tocaba la armónica; y el señor Álvaro Piñeiro, gran acordeonista uruguayo”. El quinteto se despidió pero regresó rápidamente a escena para los bises, que democráticamente fueron elegidos por el público en un balotaje: “Eskimal” o “Dulce miel”.

Y cómo el electorado se inclinó por la primera, Mateo bromeó: “Son todos unos fans de NTVG”. Con un intenso y contundente show, que se extendió por algo más de dos horas, Mateo Moreno regresó a Buenos Aires después de seis años, pero tanta espera valió la pena.