La discriminación, una herida que no deja de sangrar

La Discriminación ha sido tópico de discusión desde tiempos inmemorables, en diferentes épocas se han tomado diferentes colectivos para ejemplificar un tema tan profundo y arraigado, y de más preocupante como este. Ha demostrado que no tiene época ni discrimina, de forma paradójica, ninguna rama de la raza humana. Desde la clase social, pasando por el color de piel, el género, la elección sexual y las características físicas y morfo genéticas, se ha encargado de todos, en mayor o menor medida, pero al parecer no ha logrado que aprendamos la lección.

Cuando hablamos de discriminar de acuerdo a la real academia española, decimos: dar trato desigual a una persona o colectividad. Por lo tanto nos estaríamos metiendo en el terreno de la igualdad, como contraportada de la discriminación. Entendiendo que la igualdad en su concepción más amplia, es la base de una sociedad justa, podemos llegar a vislumbrar porqué seguimos conviviendo con los mismos inconvenientes de antaño, igualdad, justicia, discriminación, son ejes centrales de nuestra composición como sociedad y hemos arrastrado los errores por eones de tiempo sin llegar a una solución acabada, quizás sea tiempo de lograrlo.

Para lograr un cambio real, profundo como sociedad, no es menester cambiar de gobierno o de partido político, es imperioso que nos hagamos cargo cada quien de lo que acarreamos adherido a nuestro ADN, es tiempo de que hagamos un examen de consciencia y nos hagamos cargo de lo que nos toca a cada uno.

No solo se trata de educar a nuestros hijos correctamente, se trata de re-educarnos a nosotros mismos como adultos, porque llevamos comportamientos sumamente arraigados que nuestros hijos copian, mientras les decimos que no es correcto.

Hagamos una toma de consciencia, observémonos, cuantas veces al día nos encontramos diciendo (o pensando) en términos discriminatorios (gordo/a, negro/a, homosexual, etc, etc.

etc.). Y luego salimos a las calles a pedir por las mujeres,"Ni una menos" o por los refugiados o por lo que sea que este como tópico de turno. Abramos la puerta a un enfoque diferente, para ver si de una vez por todas, logramos la sociedad que nos merecemos.

Es tiempo de que rompamos las cadenas que nos atan a patrones de conducta que ya no nos sirven a la sociedad que hoy queremos construir.

Probemos en vez de salir a la calle a manifestarnos, hacernos responsables de lo que nos corresponde, puertas adentro, observemos nuestro comportamiento, como tratamos a nuestros vecinos, a nuestros hijos, a nuestra pareja, a compañeros de trabajo,La discriminación laboral no conoce fronteras, empecemos por casa, empecemos por nosotros.