El último taxi ( Chacarita)

Muchas son las historias de fantasmas, mitos urbanos. Sin duda, una de las más tenebrosas es la historia de un misterioso taxi que, según cuenta la leyenda, circula por los alrededores del cementerio (y por esta razón se recomienda no tomar taxis a la salida del mismo). Este taxi que a simple vista es un auto normal emprende con su pasajero un viaje que inicia en las puertas del cementerio…

"Una chica que luego de salir del cementerio, habiendo visitado la tumba de su madre, sube a un taxi. Aún envuelta entre las emociones y pensamientos no presta atención a su entorno ni el camino que aquel vehículo tomaba.

De repente comenzó a sentir mucho frío recorriéndole todo el cuerpo. Viéndose forzada a abandonar sus pensamientos, quiso cerrar su ventana pero ésta estaba cerrada, al igual que la del chofer. Decide preguntarle al taxista del porque del frío pero se queda en shock ante lo que ve. Aquellas manos sobre el volante eran extremadamente delgadas y pálidas. Es más grande su espanto al observar que sus manos tienen las mismas características. Al ver por el espejo delantero descubre con horror que su apariencia total era la de un muerto. El taxi se detiene. Se encuentran dentro del cementerio. Escucha voces. Voces que pronuncian su nombre. Los muertos la llamaban. Era una más de ellos".

El chat diabólico (Colegiales)

Se dice que en este barrio existía (y que todavía existe) un “cyber” en donde se podía chatear con el mismísimo demonio. La historia cuenta que si una persona era el visitante número 666 de cualquier página, automáticamente recibía un e-mail con una invitación virtual para chatear con demonios.

Cada uno de ellos proponía diferentes desafíos y que al cumplirlos, la persona en cuestión obtenía recompensas. Por nivel, cada demonio se tornaba más peligrosos los pedidos que se hacían. Aquella persona que fuese capaz de llegar al último nivel (666) podía chatear con el mismo Satanás.

Estas conversaciones solo se podían entablar en un local llamado “El cyber de Ary”, atendido por un muchacho del mismo nombre.

Aquel lugar carecía de higiene, llegando a tener hormigas y hasta las paredes escritas. En 2004 cerró y se transformó en un kiosco. Su nueva dueña dice que lo único que no pudo limpiar de ese desastre fue una inscripción. En una de las paredes se lee: Aryman. El que supo ser dueño del cyber era fanático de los cómics y puede relacionarse aquella palabra con un juego de palabras entre su nombre y un superhéroe. Aunque también, y con origen persa, el nombre ariman hace referencia a uno de los nombres de Satanás.

Perdido en el Parque Chas

Si bien hay diversas historias sobre las dificultades para orientarse dentro de estas calles por su llamativa geografía, aquí solo se rescataran dos: La 1ra: un colectivo de la línea 127 que en uno de sus recorridos, se encuentra con su ruta habitual cortada, viéndose forzado el chófer a meterse por el centro del barrio.

La historia continua en la actualidad, ya que se dice que, aunque los pasajeros murieron todos de inanición o sed, el colectivero sigue perdido y buscando la salida. Esto tomando como base que por una época, y antes de que la línea quebrara por “perder tantas unidades dentro de sus calles” cuenta la leyenda el colectivo 127 cruzaba por Parque Chas. La segunda, una leyenda que habla de un taxista. Perdido en sus calles, y desesperado por no ver la salida, se detiene por unos momentos y es embestido por detrás por otro taxi igual de perdido. Sin darle demasiada importancia, el chófer golpeado continúa sin siquiera bajarse e ignorando al conductor de atrás que se bajaba.

Al rato, y aún perdido y un poco distraído, choca por detrás a otro taxi parado.

Esta vez decide bajarse pero este último se pone en marcha enseguida. Antes de que pueda alejarse lo suficiente, nuestro personaje observa la patente del auto. Resulta tener su misma patente. Acá es cuando se da cuenta que había chocado en el mismo lugar adonde lo habían chocado a él momentos antes. En un salto espacio-temporal había conseguido chocarse a sí mismo.