Hay que ser muy valiente para declarar, con voz alta, casi a gritos que: "Las multinacionales farmacéuticas se han vuelto más peligrosas que los cárteles de las drogas". Yo añadiría que las grandes farmacéuticas van de la mano de las multinacionales de la alimentación. Se ocultan, a sabiendas, remedios efectivos, baratos y naturales, sin dejar atrás la incursión de Monsanto, que nos envenena con sus alimentos. Por no hablar ya de los virus que se "escapan" de los laboratorios.

Cada vez son más los profesionales de la Salud que no temen sacar a la luz fraudes y especulaciones, muy beneficiosas para estos grandes monstruos, nunca mejor llamados.

Y si no lo queremos ver, es por pura cobardía o, simplemente, argumentamos estos hechos como conspiranóicos. Entiendo que parezca increíble que, estamentos y multinacionales, que nos tienen a su merced, sufran de una psicopatía crónica.

En esta ocasión, es el prestigioso psiquiatra, Allen Frances, el que nos pone en alerta, tras 47 años de experiencia en su especialidad. Este "conspiranóico doctor", presidente del equipo de trabajo del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) y decano de la Facultad de Psiquiatría de la Universidad de Duke, ha sacado a la luz un libro por el que sus colegas le tachan de renegado. Su título, para los que tengan la valentía de leerlo: ¿Somos todos enfermos mentales? En él denuncia la práctica abusiva de la psiquiatría en beneficio de las multinacionales farmacéuticas, en cuanto a trastornos mentales se refiere.

Millones de personas reciben una excesiva medicación, basada en diagnósticos que aportan muy altos beneficios a la mafia de las farmacéuticas.

Son múltiples las entrevistas realizadas a Frances, demasiado extensas para desarrollar en este limitado espacio pero me quedo con un ejemplo muy claro y sencillo, de lo que hoy se considera una enfermedad mental.

El psiquiatra descarta el diagnóstico de enfermedad mental en los casos de individuos que viven situaciones de paro y a los que una precaria situación económica les lleva a un estado de tristeza y ansiedad, sentimientos y emociones que, por otra parte, están presentes en la naturaleza del hombre. Frances considera estas reacciones normales en situaciones sociales de extrema gravedad.

Como ejemplo, hace referencia a un pasaje del libro de Aldous Huxley, Un mundo feliz. En esta historia todos los individuos son sometidos a un estado de felicidad colectiva, a partir de suministrarles, diariamente, una mágica pastilla. Según Frances, esto destruiría la esencia humana en cuanto a sentimientos y emociones, así como nuestro derecho a solventar todos y cada uno de los obstáculos con los que nos encontramos cada día. Esto nos lleva a pensar que la enfermedad, pues no reside en las personas, sino en la sociedad.