El próximo 1º de marzo habrá dicho adiós y hasta siempre la persona que ha demostrado al mundo que existen no solo otras formas de gobernar, sino también de llegar al poder y que el poder no te cambie. José Mujica dará paso a su antecesor y curiosamente su sucesor en el cargo, pero el caso es que será el presidente uruguayo más recordado de la historia democrática de Uruguay.

Para muchos medios de comunicación del mundo será también la referencia y para millones de personas será el presidente que querrían tener en su tierra, Mujica ha roto todos los esquemas al menos fuera de Uruguay, es para muchos un caso interesante, para otros curioso, fue guerrillero y sus trece años en la cárcel no lograron cambiarlo ni en espíritu ni en esencia, llegó a presidente por la vía democrática y llegó rompiendo moldes.

En el mundo será recordado como el presidente sin corbata, el que no quiso vivir en la residencia presidencial, y todos coinciden que es el caso de un presidente que resuelve vivir con poco. No es así, simplemente decide seguir viviendo como siempre lo ha hecho, ni más ni menos, en su propiedad de la villa de cerro, una de las barriadas más populares de Montevideo, pero también en los últimos años una de las más conflictivas.

Un presidente que en sus retornos a la vida política fue duramente combatido e incluso cuestionado al punto que en la actual coalición de izquierdas que integra, el Frente Amplio, se le negó en principio la entrada, cosas de la vida, en dos legislaturas de conformar la misma el Movimiento de Participación Popular ya era una de las listas más fuertes de la coalición y si el FA ha logrado tres gobiernos consecutivos se lo debe al MPP, a Mujica y también a su compañera de toda la vida, Lucía Topolanski.

Mujica, el del lenguaje sencillo, de pueblo, para algunos un guarango por esa forma de expresarse, para otros un crack pues habla como su pueblo, para otros un personaje peculiar simplemente, pero para los uruguayos que lo conocimos, para los que tuvimos la oportunidad de entablar conversaciones con Mujica, un genio, no por su brillantez a la hora de debatir, no por su calidad de discurso sino por su claridad de ideas, de espíritu combativo, por su capacidad de organización, por su perseverancia y, sobre todo, porque a pesar de ser o trabajar en la política, dentro de la misma rompe con todos los moldes.

Pero Mujica siempre y siempre rompió moldes, como en el caso en que en pleno invierno numerosas personas no tenían dónde pasar la noche y el Gobierno no se decidía dónde darles cobijo por las noches ya que alegaban no tener espacios públicos cubiertos para ello, fue así como Mujica dijo delante de los medios: "No pasa nada, la casa presidencial no la uso, ya tienen lugar para que mis compatriotas pasen las noches sin pasar frío", no hizo falta porque en cuestión de horas surgieron decenas de soluciones alternativas.

Ese es el presidente que nos deja de aquí a nada, el frontal pero sincero, el sencillo, el directo, el soñador también, que sabe que se va sin haber podido hacer muchas cosas porque su propio partido, y no la oposición, se lo impidió, y se marcha por la puerta grande, con el reconocimiento de seguidores y detractores, se va dejando un legado de ejemplos a seguir, se va habiendo sido el presidente más conocido a nivel mundial por su sencillez y claridad de ideas. Gracias presidente, por la lección, gracias Pepe por no cambiar.