Hace minutos nada más escuchaba la charla de renovación de la licencia de conducir online, donde Fabián Gianola repite incansablemente en cuatro videos cortos de Youtube que "no es un accidente lo que se puede evitar". Esa frase me parece una excelente introducción para hablar de lo que pasó en mayo en el Fútbol argentino: dos jugadores muertos - uno en medio de la cancha y otro en el hospital, tras accidentarse contra una pared del estadio - y los sucesos del superclásico; sin duda fueron tragedias.

No cabe duda que las muertes de Cristian Gómez y Emanuel Ortega son accidentes trágicos, para ser más preciso: sucesos que no se pudieron evitar que terminaron de forma dramática.

De estos accidentes no se le puede echar la culpa al corrupto y al negativamente cargado fútbol argentino. Por otro lado, lo que pasó en el superclásico, diría Gianola si estuviera grabando un vídeo para el Gobierno de la Ciudad, "fue un siniestro" trágico, algo que se podría haber evitado y que terminó de manera dramática. ¿Es así o no? analicemos los casos un poco más en detalle.

Me parece importante diferenciar estas dos situaciones antes de ironizar que detrás de esto hay alguna clase de brujería. Mayo era un mes que, entre fútbol sudamericano y europeo, prometía fiesta, poco estudio y peleas de pareja o de cónyugues. Evidentemente, algún hechicero oscuro, mago tenebroso o bruja narigona y arrugada se dispuso a arruinarnos eso que era de tanta importancia.

Es eso o echarle la culpa a la casualidad, y en Argentina no existen las casualidades. Como no aparece un responsable claro, lo más razonable me parece recurrir a sucesos mágicos, extraordinarios. Una macumba para el Panadero, que salió en los medios rasgándose las vestiduras, flameando la bandera de Boca y haciéndose el que no sabía bien lo que estaba haciendo.

Eso debe ser, una macumba, una magia oscura que le puso lo que sea que haya tirado en la mano y le produjo un trance que hizo que esa mezcla terminara en la cara de los jugadores de River. Si nos ponemos a pensar en mitos o fantasías hablaríamos de peleas entre barras. Ilógico...

¡Abrakadabra! una pared aparece en una cancha de fútbol, ¿algún mortífago salido de un libro de Harry Potter tenía problemas con Emanuel Ortega?

¡No¡ La cancha estaba fuera del reglamento y jamás se hizo nada al respecto.

Bajó el anticristo y convirtió el agua de Cristian Gómez en bebida energizante, lo que le causó un paro cardíaco en el acto. ¿Tampoco? ahora resulta que un compañero de equipo dice ante los medios que Cristian jamás pasó un examen cardiológico, algo impensado pero real en el fútbol argentino.

Si nos ponemos a pensar, no existen las macumbas, tampoco la magia negra, ni el anticristo. Pregúntenle ahora a Gianola, quién les va a decir que son todos siniestros y que se podrían haber evitado. Así, quizá nuestro "mayo deportivo" hubiera sido un poco mejor.