Lionel Messi dio ayer en el Camp Nou otra clase magistral de lo que es jugar al Fútbol, en lo que fue la goleada del Barcelona ante el poderoso Bayern Múnich en la ida de semifinales de la Champions League. Con dos golazos -el segundo de ellos de antología tras hacer caer con un amague maravilloso al defensor Boateng y definir de emboquillada ante el arquero Neuer- el delantero volvió a demostrar por qué es el mejor jugador del mundo, y de paso abrir un partido que iba derecho al empate en cero. Y como si eso fuera poco, asistió a Neymar en lo que fue el 3-0 final, un marcador ideal para jugar la vuelta en Alemania.

Messi hoy es tapa de la mayoría de los diarios deportivos, y no es para menos: nos volvió a dejar boquiabiertos a todos los que realmente amamos este deporte. Sin embargo, una parte de los aficionados (hinchas) se resiste a los encantos de La Pulga. Muchos argentinos -no todos, ni siquera la mitad diría, pero una cantidad suficiente para que se produzcan los debates futboleros- siguen y seguirán enojados con él.

Y el partido de ayer no fue uno más, de hecho fue propicio para que suscitaran las críticas, porque enfrente estaba la base de la selección alemana que nos arrebató la Copa del Mundo hace menos de un año. Es una herida abierta y muy fresca. Entonces, verlo a Lionel hacer "las cosas que debió hacer en la Final" provocó la nostalgia por lo que nunca pasó en los que lo queremos, y sobre todo la bronca en los que no.

Supongo que muchos se preguntarán por qué Messi, siendo semejante crack, es denostado por parte del pueblo futbolero argentino -y no futbolero también, hay que decir-. Básicamente, los argumentos son dos:

  1. No ha jugado en el mismo nivel ni con la actitud necesaria para la Selección Nacional.
  2. No ganó ningún Mundial con la celeste y blanca.

Ambos motivos están íntimamente relacionados. A Messi lo han acusado de no sentir la camiseta, y debido a eso nunca replicó sus actuaciones en el Barsa, las cuales habrían llevado a la Selección a levantar nuevamente la copa del Mundo. Y aquí surge también la comparación con Maradona, quién sí nos sacó campeón y era un líder nato, con gran carácter y personalidad.

Es una pena y una injusticia que por detenerse en estas cuestiones algunos no puedan disfrutar del fútbol de Messi. Por querer que sea otro jugador, ya sea exigiéndole que corra como Mascherano, o que 'ponga huevos' como Tévez. Por creer que no quiso ganar la Final del Mundo, como si el fútbol fuera un deporte individual. Por poner en duda su actitud, aun cuando nunca renunció a convocatoria alguna. Se ha maleducado a los hinchas desde cierto sector del periodismo deportivo vernáculo, haciéndolos creer que la actitud se demuestra sólo corriendo y gritándole a los compañeros. Lionel no encaja en ese estereotipo, de allí parte del desprecio. La otra la aporta el resultadismo. "Si no gana nada con la Selección, si no me da nada a mí y todo al Barcelona, no sirve".

El fútbol siempre es tema de debate, mucho más en Argentina, donde se debate todo. Por eso se puede decir hasta que es inevitable que haya gente que discuta a Messi. Personalmente, a todos ellos les digo: por suerte tenemos un jugador como él. Basta con verlo jugar, y disfrutar de un fuera de serie.