Todas y todos pueden ser Leonela... Ella, que dejó este mundo a sus 12años, nos mira y nos interpela desde una foto ya lejana en el tiempo. Es cruely apabulla esa realidad, porque era muy chiquita para morir, porque era muy jovenpara entender ciertas cosas, porque nadie pudo ser un cable a tierra en esemundo pequeño donde la ayuda no llegó cuando debería haberlo hecho.

Es un drama para la sociedad, porque los chicos crecen muy de golpe,porque las redes sociales, en algunos casos para bien y en otras para mal,imponen ritmos y costumbres, y los van guiando y quizá hasta los terminanatrapando en su propia telaraña informática, donde el anonimato es la principalventaja y donde las ausencias son más marcadas.

¿A donde estamos yendo como sociedad, si no podemos impedir que esto ocurra?Cómo lograr que no haya más Leonelas o Leonel? Cómo darnos cuenta a tiempo delos gestos invisibles de nuestros hijos? Cómo preservarlos en un mundo dondetodo cambia a un ritmo endemoniado? Mientras tanto Leonela nos mira con sus ojazos oscuros, con sus gestosapagados...

Debemos estar atentos a las señales de nuestros hijos, que en ocasiones sonmínimas como el aleteo de una mariposa, y los problemas de adulto son grandes ypesan como las Rocallosas, y los desafíos diarios y el trabajo y el consorcio ytanta cosa que se convierte y nos convierte en un torbellino, impidiéndonos verel árbol, sujetos en un bosque enmarañado, donde no hay lugar para otra cosaque las urgencias diarias. 

Pero no puede ni debe ser así, los niños nos necesitan.

Requieren de nuestrotiempo y nuestras ganas, de nuestra paciencia y nuestra comprensión, que losescuchemos y busquemos entenderlos, ellos también tienen historias que contar...Mientras Leonela mira con sus ojazos oscuros... Debemos quizá, nosotros tambiéncomo adultos comenzar a observar con una mirada distinta para ver más y mejor,hay niños y niñas ahí afuera que piden, reclaman, gritan por ser mirados yescuchados...

El tiempo de nuestros niños es hoy, para novolver a ver ojazos tristes que nos miran de lejos, como intuyendo un adiós...