Ante la pregunta "Contame de vos" me invade un mar de dudas e incertidumbres. La marea de las posibles respuestas me atormenta. Me pregunto, ¿A qué se refiere exactamente? ¿Cómo le debería contestar?, o, como diría la mítica Coca Sarli, ¿Qué pretende de mi?

Ya sea en una entrevista laboral, ya sea con gente que estamos conociendo, amigos que no vemos luego de mucho tiempo, o creando un perfil en twitter, todos, alguna vez y en algún momento nos enfrentamos ante esta situación. Quizás no directamente, pero sí, nos tuvimos que haber presentado, contado un poco nuestra vida, actividades, gustos o hobbies.

Definirnos, digamos.

Otra de las ocasiones con las que nos pudimos haber topado para presentarnos es mediante formularios. Luego de completar los casilleros: nombre, sexo, nacionalidad, edad, profesión u actividad, sin notarlo, quedamos enmarcados. Quedamos definidos para el sistema burocrático, una red social o una obra social.

Asimismo, el modo en el cual nos presentamos ante los demás aporta información vital acerca de nosotros. Si ante la pregunta "Contame de vos" haces alusión a tu profesión, o a tu edad, o a tu situación sentimental, ya provees un marco, un borde, una puntita para empezar a construir una imagen mental.

Es que todo lo que decimos, y el modo en que lo hacemos, nos define.

También todo lo que no decimos, lo que ocultamos, o preferimos omitir, porque no nos gusta como suena, nos encasilla.

Lo curioso es que nadie nos explica cuál es la manera más apropiada de definirnos y la pregunta natural que surge a continuación es; ¿Qué es lo que nos define realmente? La variedad de respuestas aterra, ¿serán acaso nuestros gustos, nuestros hobbies, nuestra profesión, sexualidad, amigos, familia, credo o edaSd?, o nada de ello, o, por el contrario, todo junto.

¿Es demasiado pedir un mundo en el cual la sexualidad, edad o género no nos condicionen frente a la mirada del resto?, porque al final del día, ¿No deberíamos ser nosotros mismos los autores de definirnos?

Es necesario hacer un esfuerzo por no encasillar al otro con parámetros que no quiera, las definiciones, si es que nos las solicitan, tienen que ser propias y autónomas. Libres de prejuicios o conceptos obsoletos.