Debido a mi pasión y afición por el Cine desde que tengo 14 años, un buen día preparé mi cámara digital (que filmaba sin sonido) y el soporte del platillo de mi batería que funcionaba como trípode y me puse a filmar junto con mis amigos. Durante un tiempo, a prueba y el error me fui profesionalizando, fui consiguiendo mejores equipos, aprendiendo diferentes técnicas, realizando diversas producciones y sobre todo, viendo mucho cine. Vi tanto cine hollywoodense como europeo, y un buen día preparé mi disco externo de 2 tb y armé mi filmoteca de cine argentino.

Cabe aclarar que buscaba películas antiguas, esas que se consiguen sólo por internet, ya que las más recientes las vi o veo en el cine. Con un total de casi 200 títulos, miraba día por medio alguna que otra. En algunos casos, a mitad de película tenía que parar y tomarme un descanso; el sonido era muy malo y la narrativa inentendible, los actores no iban para ningún lado y el guión no los acompañaba. Sin embargo, me encontré con varias piezas audiovisuales increíbles, muy poco conocidas, manchadas por el sinfín de las películas malas.

Hoy es común hablar con personas a las cual le preguntás acerca de lo que opinan del cine argentino y te dicen que cine argentino no miran. Que es malo, es aburrido, es denso y sobre todo si es antigua, que la calidad es mala.

Con este tipo de personas es con la que me encanta iniciar una charla.

Cómo se hace para competir con un cine que invierte millones de dólares en producciones audiovisuales; cómo se hace para lograr una buena calidad de imagen y sonido, si ni siquiera se tiene suficiente capital para invertir en buenos equipos. El cine argentino surgió con profesores que estudiaron en Europa, por lo que enseñaron aquí el cine europeo, un cine con una narrativa más lenta, más reflexiva, con planos más lentos e historias más profundas.

Por esa razón nos encontramos con piezas audiovisuales lentas, densas, con planos que duran hasta más de tres minutos y no nos dicen nada. Sumado a todo esto, en la Argentina los dueños de la mayoría de cines que existen son de afuera, por lo tanto los filmes nacionales poco van a estar en cartelera, y siempre la ventaja la tendrán las películas de afuera; es así.

El círculo es cerrado; ellos invierten, producen y recuperan, vuelven a invertir, vuelven a producir y vuelven a recuperar pero esta vez el doble, y así sigue la rueda. Sumergidos en todo esto nos encontramos acá los pequeños grupos aficionados por el cine argentino, que un buen día vimos más allá de algunos títulos conocidos y nos encontramos con obras excelente de un altísimo nivel actoral y técnico, pero que se vieron sumergidas y condenadas a un bajo presupuesto, por lo que no pudieron invertir todo lo que hubieran querido en publicidad. Cabe resaltar que en el presupuesto de una película hollywoodense casi un 50% es destinado a publicidad; si el tráiler vende, ya está; la entrada para ellos está vendida y el negocio funciona.

Finalmente, invito a todos a pensar dos veces cuando digan que cine argentino no miran porque es aburrido; a reflexionar acerca de la cantidad de películas que vieron y por qué les parecieron aburridas. Les puedo afirmar que sí existen excelentes películas argentinas; sólo hay que ver un poco más allá.