La violencia de género en Argentina, lamentablemente, parece ser un fenómeno contagioso. Según informó "La Casa del Encuentro", en nuestro país, una mujer es asesinada cada 30 horas. Miles son las personas que salen a hablar, reclamar y a remarcar que se necesitan mejores condiciones de seguridad y más apoyo por parte de instituciones que lo pueden garantizar. Una de esas instituciones es la policía.

Cuando una mujer va a hacer una denuncia por maltrato físico, por poner un ejemplo, no toman la denuncia o lo hace pero no de la manera debida. Fingen que escuchan el reclamo de aquella persona a la cual sus derechos han sido violados.

Existe un machismo en la policía que llega hasta tal punto que a una mujer le pueden llegar a contestar: “seguro algo hiciste para que te hayan hecho eso”.

Si en muchos espacios de debate éstas cuestionen de violencia de género las charlan y se las profundiza hasta lugares inimaginables, ¿nunca se preguntaron por qué no empezar a cambiar algunas cuestiones estructurales de ciertas instituciones? Por ejemplo, se me ocurre esta pregunta: ¿es muy descabellado pensar en que, de ahora en adelante, las mujeres que están en el equipo de policía sean las encargadas de tomar las denuncias?

Sería interesante saber cómo funcionaría la institución que brinda seguridad a los ciudadanos con dos jefes por comisaría: un varón y una mujer.

Que cada uno tenga a cargo una equitativa distribución de casos y que el cuerpo de policía de cada comisaría también sea así: mitad varones y mitad mujeres. Un equipo de seguridad equitativo a nivel género, ¿es muy utópico?, ¿cambiaría un poco este panorama?

No quiero dar a entender que todas las comisarías y todos los policías sean machistas, pero tengo que decir que un gran porcentaje lo es.

Porque si no fuera así, uno no escucharía los reclamos que escucha todos los días y no sucedería lo que sucede. Intentar pensar un poco más allá de lo establecido, con el fin de generar un cambio positivo, no tiene nada de malo. Sí es algo que no suena muy convincente el aceptar que “todo está bien” y no hay nada más por solucionar.

Una marcha tan multitudinaria como fue la marcha “ni una menos”, ¿no tendría que ser un comienzo de campaña de concientización? Por ejemplo, que a partir de ese hecho se comience a hablar más de dichos temas en escuelas secundarias, en universidades o que se hagan charlas abiertas con personas capacitadas. Sólo con el fin de generar conciencia en la sociedad y tratar de ponerle fin a un capítulo que parece ser bastante largo.