Estamos en tiempo de elecciones y a diario los candidatos aparecen en los medios de comunicación, con explicaciones de por qué habría que votarlos a ellos y no a sus competidores. Con mucha frecuencia, en ocasiones premeditadamente y en ocasiones no, tanto los candidatos como los militantes políticos que los apoyan, cometen lo que se conoce como falacias argumentativas. Estas son premisas que, por su contenido o por su estructura, no cumplen las condiciones para dar sustento a una idea.

A continuación, algunas de las falacias argumentativas más frecuentes, para que puedas estar atento y detectar cuando un argumento no es correcto.

Falacia ad hóminem

Este nombre viene del latin, como muchos de los nombres de las falacias, y significa "contra el hombre". Un argumento ad hominem consiste, para decirlo de un modo simple, en atacar la reputación del mensajero para así dar por falso el mensaje.

Un ejemplo de esto, lo vi hoy en 'Escepticismo político, económico y social', un foro de Internet en el que participo. Allí alguien 'posteó': "¿Qué clase de escéptico en política usa de fuente diarios como Clarín, Tiempo Argentino, etcétera?". Para esta persona, según dio a entender en su 'post' y en los posteriores comentarios, estos diarios tienen elementos cuestionables, por lo que la información que ellos contengan debería ser descartada y no estaría bien usarlas como fuentes.

Falacia tu quoque

"Tu quoque" significa "vos también". Se produce esta falacia cuando se descalifica alguien que nos critica, por el hecho de que la persona hace o hizo lo mismo que critica en nosotros. "Dejá de fumar", le dice el padre a su hijo adolescente y este último le responde, "¡Pero callate! ¡Si vos también fumás, qué me venís a decir eso!".

Si se lleva al campo político, un ejemplo de un argumento tu quoque sería, ante un kirchnerista que afirme que "votar a Macri / Massa es volver a los '90", responderle: "Pero Scioli también fue menemista".

Habría que fijarse más en qué dijo y menos en quién lo dijo.

Falacia del hombre de paja o del espantapájaros

Consiste en tomar algo que haya expresado una persona para tergiversarlo (sea sacándolo de contexto, o exagerando) y utilizarlo luego en su contra.

Por ejemplo, decir, como hizo el periodista HoracioVerbitsky, que Macri es un pedófilo que promueve el abuso sexual infantil porque en un 'spot' de campaña se lo ve con sus manos en la cintura de una niña.

Para seguir leyendo

Las falacias argumentativas son muchas más y mucho es lo que se ha escrito sobre el tema. Un libro que habla de un modo claro y breve sobre errores argumentativos, entre otras cosas, es '¡¿Por qué a mí?! Los errores más comunes que cometemos al pensar', del periodista, escritor y músico Alejandro Borgo, que publicó 'Planeta' en 2011. Recomiendo su lectura.