En el día de ayer, un hombre que se encontraba con su expareja en una confitería en Caballito, en las intersecciones de Av. Rivadavia y Av. La Plata, sacó un arma blanca en medio de una discusión y la asesinó a puñaladas. La pareja tenía una relación conflictiva y la mujer había sufrido amenazas reiteradas. Sin embargo, ante la insistencia del ulterior homicida, aceptó reunirse con él en un lugar público y con un amigo presente para sentirse más segura. No alcanzó. En medio de una acalorada discusión, sacó un cuchillo de sus ropas y le asestó varias puñaladas a la mujer ocasionándole la muerte.

Previo a este ataque , habría golpeado al amigo que oficiaba de "testigo" con una silla en la cabeza. Corrió fuera del local rompiendo un vidrio, y apuñalándose a sí mismo, por lo que debió ser trasladado a un hospital con custodia policial.

Un caso más. Un número más. En el año 2013 murieron 295 mujeres víctimas de la violencia de género. En el año 2014: 277.

Se estima que cada treinta horas una mujer fallece víctima del abuso, y las políticas implementadas o una ley no son suficientes para parar este flagelo. ¿Por qué? Quizás el relato de un caso puntual muestre las falencias del sistema.

Delfa Molina era una mujer que vivía con su esposo y sus ocho hijos, sufriendo durante largos años reiteradas golpizas de su cónyuge.

Realizó varias denuncias ante la justicia y organismos públicos, que determinaron su traslado a un hogar junto a sus hijos. El agresor la hostigaba también en ese lugar y ella, aterrada por las amenezas, volvió a su hogar. Su última denuncia de violencia familiar fue en agosto de 2007 y el 5 de septiembre, menos de un mes después, fallece luego de que su marido la golpeara brutalmente con un embarazo a término.

Los médicos lograron salvar a su novena hija. Para ella fue tarde. Tanto el juez de garantías como la cámara de apelaciones sobreseyeron a su cónyuge por considerar que, como llamó al hospital y la acompañó, no tenía voluntad de matarla. Y, lo más aterrador del caso, que su grado de instrucción -primaria-, no le permitiría saber que un golpe en el hígado podría acarrearle la muerte.

El victimario, luego de una ardua lucha de la Familia, fue condenado a 14 años de prisión que fue apelada y reducida a poco más de 8 años por la Cámara de Casación, por abuso sexual reiterado en la persona de la hija mayor de Delfa. Esa denuncia la había iniciado ella, en 2005.

Hay una discusión permanente sobre el uso correcto del término: femicidio o feminicidio. Si bien se aceptan en forma corriente como sinónimos, el femicidio se aplica correctamente para el homicidio contra una mujer por un hombre allegado a ella, ya sea en línea de parentesco, afinidad, conocimiento, cuya motivación es ejercer la violencia contra la mujer. Feminicidio, es la responsabilidad de los estados por el conjunto de femicidios.

Comenzó a usarse en 1960, a raíz del brutal asesinato de las hermanas Mirabal el 25 de noviembre, por parte de la dictadura de Leónidas Trujillo, en República Dominicana.

Hay que ajustar el aparato político-jurídico para que en nuestro país no se cometan concomitantemente los dos delitos.