Los multimedios nacionales prefieren ser esquivos a un posicionamiento directo acerca del rol de la Prensa en la actualidad, asumen una posición sumisa y quieren seguir instalando la idea de neutralidad y del falaz objetivismo.

Cómo un sujeto puede ser ajeno a la realidad que acontece, cómo no estar implicado en lo que sucede con nuestra sociedad, las transformaciones de nuestra patria, los avances y también los retrocesos.

Parece que queda bien que los lectores destruyan, se abalancen, aniquilen a quienes ejercen el periodismo desde una concepción ideológica, como herramienta para la transformación y el cambio social, cultural, educativo, económico, político.

Cómo no poner en crisis, en cuestionamiento, tantas materias que deben ser abordadas desde quiénes somos, desde qué país queremos, desde dónde ejercemos nuestra profesión.

Claro, es más fácil, más cómodo, desligarse, sumergirse en la irreal neutralidad y tratar de buscar en la supuesta imparcialidad un escudo que esconde verdaderamente los intereses que tenemos cuando se construye un relato parcial de la realidad subjetiva.

Para muchos el periodismo también es cualquier actividad vinculada con la selección, recolección, elaboración y distribución de información que se realiza mediante diversos canales gráficos, radiales, televisivos, multimediales, pero que contiene también otros soportes que suelen cada vez más llegar a las redes sociales, internet, cine y teatro.

Por eso, suena llamativo cómo esconden la figura del comunicador social y cómo ciñen a la figura del periodista, simplemente para seguir encasillándolo en los medios de comunicación, sin permitirle la libertad de moverse por otros canales alternativos que muestran también herramientas de construcción y transformación socio cultural.

Es dable destacar, que a diferencia de lo que acontece en el mundo, y de lo cual América Latina no es ajena, sí en Argentina existe un componente jurídico que permite resguardar los intereses de la sociedad y de los medios de comunicación, y por ende de la profesión del periodista, y es nada menos que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

En la nueva plataforma legal se reglamenta la publicidad en el cable; que quienes se dediquen a distribuir no podrán generar contenidos, se separa lo técnico de la distribución de lo mediático; la Autoridad de Servicios de Comunicación Audiovisual está integrada también por personalidades opositoras al gobierno de turno; se les otorga entidad a los canales de cable; se establece un piso mínimo de producción nacional; se reserva un porcentaje del espectro para entidades sin fines de lucro, otro para canales públicos; las licencias son más cortan, períodos de diez años máximos renovables por otro período más; existe la figura del defensor del público; fundamentalmente se limita la cantidad de licencias por personas; y entre otras cosas se crea Radio y Televisión Argentina.

En síntesis, Argentina en su actualidad puede discutir con sustento jurídico acerca del rol del periodismo, y a su vez, la sociedad podrá encontrarse con profesionales críticos con su tiempo, que construyan herramientas de cambio para la realidad de su época, sin ser sujetos esquivos ni vacíos de compromiso, por el contrario, con posicionamiento ideológico y convicciones profundas.