El pasado fin de semana, se utilizó por primera vez en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sistema de Boleta Única Electrónica. Se trata de la incorporación de un sistema de impresión de boleta con un chip de control, que tendría por objetivo simplificar el proceso eleccionario.

Algunas de las virtudes del nuevo sistema son inobjetables: el proceso eleccionario se dio sin mayores sobresaltos, de un modo ágil y el escrutinio provisorio estuvo disponible rápidamente (sobre todo si lo comparamos con el deficiente escrutinio de las elecciones P.A.S.O. de abril).

Sin embargo, el éxito de la innovación se cobró como saldo el voto secreto: mientras que la Constitución Nacional estipula que el voto debe ser "universal, igual, secreto y obligatorio", el modo en que se aplicó la Boleta Única Electrónica en la Ciudad de Buenos Aires provocó que en la mayoría de los casos hubiera voto cantado.

La inexperiencia de los votantes, que en muchos casos requirieron de la ayuda de autoridades de mesa o algún acompañante para votar, provocó algunas escenas de confusión a lo largo y ancho de la ciudad. Una autoridad de mesa de la comuna 5, que prefirió no dar su nombre para evitar posibles cuestionamientos, confesó que en muchos casos "se podía ver lo que los votantes elegían ya que salían de la máquina con la boleta abierta, o cuando pedían indicaciones nos decían que iban a votar.

Si hubiera cuestionado cada voto cantado, la elección hubiera sido imposible".

En el artículo 24 del anexo II de la ley 4.849 sancionada por la legislatura porteña se especifica que las soluciones tecnológicas que se incorporen al procedimiento electoral "deben garantizar el carácter secreto del voto y asegurar la accesibilidad, seguridad y transparencia del proceso electoral".

Sin embargo, la forma en la que se concretó el uso de la boleta electrónica en la ciudad vulneró los derechos de muchos electores que, incluso en ocasiones sin advertirlo, el secreto de su voto fue vulnerado. Además, si sumamos la enorme cantidad de votaciones asistidas que se realizaron en la jornada del domingo la transparencia del proceso también se vuelve opaca.

"La gente doblaba al revés las boletas, y el fiscal estaba a los gritos porque se veía el voto. Hubiera sido mejor tener un cuarto oscuro", comentó la voluntaria Amaranta Alfonso, quien participó como fiscal en la comuna 5. "Ojalá lo solucionen, porque es una tecnología muy buena, que agiliza el trámite y el escrutinio", agregó.

¿Podrá el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires garantizar una mejor implementación del sistema en las elecciones venideras? ¿O tendremos que acostumbrarnos a que el voto sea cada vez menos secreto?