Las primarias abiertas simultaneas y obligatorias (PASO) dejaron varios resultados en el electorado argentino, donde los porcentajes de las distintas fuerzas indican un equilibrio real que se traduciría en el parlamento como nunca habría sucedido en la historia desde 1983 en adelante. Quizás un escenario similar al del 2003, pero con particularidades serias.

Quien le toque presidir el sillón de Rivadavia se encontrara con un escenario político distinto, que más allá de las voces contrarias que sostienen el atropello al sistema republicano constante, se encontrara con un poder legislativo equilibrado.

Según los números que obtuvo el Fpv difiere ínfimamente con el número Cambiemos, y desde la óptica parlamentaria, el consenso, el debate e incluso el diálogo, serán una obligación a la hora de sancionar y elaborar proyectos de ley. Además de que se deberá dejar de lado la cultura de la oposición por ser oposición.

Por otro lado, si el frente que lidera Mauricio Macriobtuviera el cargo ejecutivo nacional se encontrarían con un mapa político federal opositor, ya que la única provincia donde obtuvo una victoriaCambiemosfue Mendoza. Además del distrito de la ciudad autónoma de Buenos Aires, donde el Pro se presentó en solitario al frente. En cambio, si fuese Daniel Scioli el ganador de estas elecciones, tendría un objetivo similar al de Néstor Kirchner en 2003 pero con una ventaja considerable en términos económicos y sociales.

El problema de la construcción del poder parlamentario es real, y algo vital para el "peronismo duro" que reside nuclearmente en el kirchnerismo.

En ambos casos, las dificultades son totalmente distintas, pero los une una misma razón, y es la construcción del poder propio para sostener una gestión de cuatro años sin dificultades para desplegar la agenda pretendida.

Lo cierto es que Macri debería esperar un periodo más para ir maniobrando una estructura del Pro a nivel nacional. Algo hoy inexistente, ya que es la estructura del radicalismo la que lo impulsa al jefe de Gobierno porteño.

Por otro lado, el kirchnerismo deberá evitar el afamado titulo procesal del "fin de ciclo" reinventado su personal político.

Algo interesante que ya ha empezado a poner en practica a lo largo del conurbano bonaerense, dando un duro revés a los estáticos "barones" del conurbano, quienes aún relegan dentro del PJ, en su mayoría fueron derrotados en las elecciones primarias por las jóvenes figuras ligadas al camporismo kirchnerista. Quizás sea una jugada que generará resultados a largo plazo, ya que por lo pronto la necesidad de Daniel Scioli es dar la impresión de que el justicialismo mantiene la unidad del frente.

Las interrogantes son muchas, pero lo que configura este mapa político es el parámetro constante de la indispensable conformación de poder propio para ejercer la autoridad ejecutiva del estado, algo que se repite a lo largo de la historia Argentina y excede incluso nuestra novicia democracia.