El secretario de Relaciones Internacionales del PRO, Diego Guelar, aseguró que le encantaría que la juventud de su partido fuera cuestionadora de Mauricio Macri, que La Cámpora fuera cuestionadora de la presidente Cristina Fernández de Kirchner y que la juventud del Partido Obrero cuestionara a Jorge Altamira porque, de ocurrir eso, estaríamos en una Argentina diferente. Así se expresó el martes en una merienda que, con la presencia de la diputada Patricia Bullrich, mantuvo con unos cincuenta jóvenes de Unión por la Libertad, en la sede partidaria de la Ciudad de Buenos Aires.

Durante la charla, que se extendió por casi dos horas, Guelar contó parte de su historia como oficial de la organización armada Montoneros y, si bien, tal como lo hizo en numerosas ocasiones, se mostró arrepentido por su participación y los métodos utilizados, destacó que la juventud de su época había entendido que su papel era el de cuestionar a sus propios líderes y dirigentes. “Nosotros teníamos el deber de cuestionar a Perón”, explicó.

Guelar dio además su opinión sobre distintos temas de la realidad nacional e internacional, a las que consideró indivisibles ya que, según dijo, en la actualidad existe una agenda global y cada agenda nacional es “un intento por resolver el pedacito del problema que le toca a cada parte”.

En ese contexto lamentó la actual situación argentina a nivel global pero destacó que el panorama puede ser alentador a mediano plazo, ya que el país cuenta con presencia en grupos estratégicos, como el G20, el MERCOSUR, o el de los países firmantes del Tratado Antártico, además de recursos naturales extraordinarios.

Mencionó que si se hacen las cosas “razonablemente bien y con sentido común, Argentina tiene una gran oportunidad para recuperarse”.

“No vamos a tener una inundación de inversiones en forma inmediata pero todas esas cosas se irán viendo con el tiempo”, señaló, para luego explicar que lo que sí será instantáneo, en caso de que Cambiemos se imponga como ganador en las elecciones presidenciales de octubre, será el cambio de la actitud con la que el mundo nos ve.

Durante toda su disertación animó a los jóvenes presentes a no perder la capacidad de soñar: “Cómo es la forma de soñar es lo que describe a la juventud en cada generación. Después viene el casamiento, los hijos, las hipotecas y es más difícil soñar. Pero uno carga los sueños en determinado momento de la vida y después esos sueños se transforman en un chip y quedan en algún lugar del ADN alojados y pueden crecer, madurar y finalmente morir”. Por el contrario, mencionó que “el que no tenga ese chip desarrollado está condenado a pudrirse y no madurar”.