El primero de abril ha demostrado ser un día bisagra para el gobierno del ingeniero Mauricio Macri, acosado por las marchas en marzo; de maestros, el día de la verdad, justicia y memoria, el "NiUnaMenos", la marcha de la CTA, la convocatoria de la CGT, que fue multitudinaria, diferentes manifestaciones a lo largo y ancho de todo el país, etc. Que parecían dejar al ingeniero practicamente grogi, al borde del nockout, por decirlo en términos del box. Pero la convocatoria al 1A, en defensa de la democracia, que en realidad era para apoyara a Macri, todos coinciden que sirvió para darle aire y un nuevo envión a esta gestión que ya lleva 1 año y cuatro meses.

El día despues, el 2 de abril, en un vídeo el presidente felicitaba a los concurrentes por el apoyo recibido, con la frase "Sin colectivos ni choripán", quiso diferenciarla con anteriores manifestaciones multitudinarias del peronismo y de las organizaciones sociales, demostrando un cierto desprecio de clase hacia las personas que participaron de estas otras marchas, como si ser pobre, desempleado, con pocas oportunidades de estudio y oportunidades, también fuera carencia de ideas y convicciones.

Esta nueva ideología con la se identifica Macri, no viene el colectivo, se transporta con la SUBE, o con su propia movilidad, no corta calles, parece más ordenada. No canta cantitos, solo insultos, a los peronistas, zurdos, docentes que hicieron huelga, miltantes de los derechos humanos.

Dicen ser los verdaderos trabajadores, los vagos son los otros, los que vivían del Estado, los "planeros", los "choripaneros". Más que una marcha a favor de la democracia parecía, pro venganza, donde se pronunció la división en la que se encuentra la sociedad argentina, la "Grieta" como la denominan hace unos años.

Esta manifestación del 1A, que de defensa de la democracia tuvo poco, puso los limites entre los que están con Macri y los que piensan distinto.

Organizada en las redes sociales, como quizas los fue el armado del partido gobernante PRO, y publicitada por los medios afines al gobierno, como los pertenecientes al grupo Clarín, ha convencido a Macri y a su gabinete, que se deben apoyar en este nucleo duro, que no hace falta ningún cambio de rumbo, acompañado esto con el reclamo del sector financiero y empresarial que quiere cuanto antes que se abandone el "graudalismo" para aplicar ya medidas de ajuste más profundo.

Ya el baile desenfrenado de Macri festejando cada triunfo electoral, los globos amarillos sobrevolando el escenario, las frases "sí se puede" "juntos lo hacemos", quedaron atrás, con las promesas de campaña. Ahora se festeja que los docentes hayan levantado la huelga para seguir negociando como un verdadero triunfo de la gobernadora Vidal. Se ve la represión en la ruta Panamericana como algo que se debe festejar como si fuera un gol, como dijo un conductor de radio. Y la golpiza a los maestros por querer armar una escuela intinerante, como algo necesario ya que "estaban violando las normas".

Las manifestaciones populares son el objetivo del Gobierno Nacional, hay que desarmarlas a como de lugar, gases, palos, pistolas Tasser, policías armados como si fueran a contener a barras bravas en una cancha, todo eso vale para que la gente se disperse.

No importa si se trata de una manifestación por mejores salarios o el tarifazo de servicios, reclamando por empleos o los 41 años del golpe militar del 76. Todos son palos en la rueda, Macri no quiere que le ocupen la calle nuevamente. Es un ámbito al que le teme, prefiere las redes sociales, donde tiene aceitado un ejercito de ciber-trabajadores, que se encargan de difundir la propaganda oficial.

Este nuevo "Cambiemos" va por todo, ve a todos los que piensan diferente como enemigos, vagos y mafiosos. Está creando su propio relato, de cara a las elecciones ya empezó a polarizar con su rival más cercano a falta de lideres carismáticos que lleguen a la gente. Esta nueva forma de hacer política no estaba en su campaña unificadora del pueblo argentino, es como dijo Macri en cierto momento, esa promesa "te la debo".