No es necesario seguir rígidas dietas y llenas de privaciones antes de las fiestas: esto contribuiría sólo a sacarnos a la Navidad y al Año Nuevo con un espíritu de venganza contra la comida que nos lleva sólo a comer más. Entonces, siguiendo una especie de ley del talión nos llevaría a abusar de los alimentos sólo porque antes hemos comido demasiado poco.

La dieta a seguir incluye realizar las comidas principales: desayuno, almuerzo y cena, intercalados desde los bocadillos a media mañana y a media tarde. y no se deben saltar las comidas. Esto es contraproducente, porque el metabolismo se ralentiza por temor de una hambruna y no se pierde peso.

Para el almuerzo y la cena comemos diferentes alimentos prefiriendo las verduras, las frutas y los cereales integrales; sería mejor evitar también los carbohidratos en la cena, porque no se consumen y se transforman en reservas energéticas. ¿Para merienda tenemos el deseo de dulces? Comemos de frutas de temporada, como deliciosas las mandarinas o kiwis; éstos últimos son útiles también en caso de dificultad en la motilidad intestinal.

Consejos para poner en práctica durante las fiestas

Pero ahora llegamos a la comida fatídica: la cena de Navidad o del Año Nuevo, con salchichones y lentejas para celebrar el Año Nuevo. ¿Qué hacer en estos casos? Pequeños e inteligentes consejos nos ayudan a limitarnos a nosotros mismos.

Por ejemplo, antes de empezar a comer es útil beber dos vasos de agua para ayudarnos a llegar a la mesa sin esa sensación de hambre; en lugar de beber sólo vino, alternar un vaso de vino con uno o dos de agua. Reducir las cantidades así como evitar repetir una comida, o al menos renunciar a otro primero o segundo.

Otro consejo útil es el de decidir de antemano lo que comeremos eligiendo los platos que normalmente no comemos.

Además masticar lentamente - los expertos recomiendan 20 veces por cada bocado - ayuda a sentir correctamente la sensación de hambre.

Lo que conviene saber

En el caso no os gusten las frutas, las verduras y los cereales integrales, pensar en que cuanto más tiempo permanecen las sustancias digeridas en el intestino, más son absorbidos por el cuerpo que ayuda a hacernos grasas.

Los alimentos que contienen muchas fibras ayudan la velocidad de la motilidad intestinal: esto significa menos absorción y menos fermentación, menor permanencia de las "toxinas" en nuestro cuerpo, y mejor estado físico general.