Estudios realizados por la NASA a sus pilotos, encontraron que dormir media hora de siesta por día mejora la performance de sus pilotos en un 34%, en tanto que dormir cuarenta y cinco minutos nos da la energía necesaria, el optimismo, y la fortaleza para afrontar de la mejor manera las 6 horas siguientes a las de la siesta.

No hay que ser tan científico para ésto. El sueño y cansancio que experimentamos durante el día, fueron consecuencia de las horas que no dormimos la noche anterior.

La siesta es provocada porque normalmente después de las 8 horas que permanecemos levantados el cuerpo requiere un descanso.

Y generalmente se da ese descanso después de almorzar. ¿Por qué se produce ésto? La respuesta conlleva un sentido común implícito: al comer, la sangre de nuestro cuerpo se va hacia el estómago, entonces se provoca esa sensación natural de "modorra", soñera o sopor.

Aquellas personas que duermen la siesta y sueñan, resuelven un 40% de acertijos más que los que no duermen la siesta. También se demostró que mejora el estado de concentración y de alerta, según estudios del doctor Francisco Javier Puertas, jefe de esta Unidad del Sueño y expresidente de la Sociedad Española del Sueño (SES). Las células cerebrales se re-acomodan con una rica siesta.

Un consejo científico: Está comprobado que, para los estudiantes, una buena noche de sueño es mucho mejor que una ardua noche de estudio, café y libros.

En contraposición, la ausencia de una siesta re-generativa de veinte minutos disminuye la capacidad para retener nuevos datos en casi un cuarenta por ciento, debido a la des-activación de regiones del cerebro que se produce durante la vigilia.

Cabe aclarar que "todos los extremos son malos": una prolongación de la siesta, una siesta "perezosa", de aproximadamente dos horas, puede provocar irritabilidad, apatía, además de perjudicar el eventual sueño nocturno.

Más allá de la sensación de placer que puede provocar el dormir una siesta prolongada, a raíz del agitado trajín cotidiano mañanero, la misma se convierte en un "pan para hoy y hambre para mañana".

La solución es simple: una siesta corta, pero que no falte, nos mejora nuestra calidad de vida. ¡A "sestiar" se ha dicho!