Desde un punto de vista evolutivo, el permanecer unido a una sola pareja (monogamia) es una estrategia reproductiva, que sirve para dejar descendencia y posteriormente protegerla y asegurar su vida. Sin embargo, las tasas de infidelidad son bastante altas. Sólo en EE.UU, entre el 20 y 40% de hombres, y entre el 20 y 25% de mujeres en pareja, reportan por lo menos un “affair” durante la relación. Más aún, el 60% de los hombres y el 53% de las mujeres de ese país, han afirmado que han intentado “robarle” la pareja a otro/a. Es importante aclarar que estas cifras no son novedosas.

Los reportes de casi todo el siglo XX muestran que se han mantenido, y no es una cuestión tan afectada por la cultura ya que tanto en Asia, África, Europa y Sudamérica, también ocurre con frecuencias similares. La pregunta es por qué ocurre la infidelidad. Para ello, el psicólogo, Felipe Martínez, nos brinda su opinión desde su experiencia en el consultorio.

¿Será que es natural, heredada evolutivamente, y que con la monogamia, que de algún modo imponen nuestras culturas, estamos yendo por un camino anti-natural?

La respuesta es sí y no. Tiene componentes naturales, pero también tenemos, como animales humanos, la capacidad de resistirla, así cómo podemos resistir tantas otras conductas impulsivas, y, junto con esto, razonar, anticipar, pensar de manera más “fría” y racional.

Es cierto que no por el hecho de poder hacerlo y tener un cerebro privilegiado para esto, efectivamente podemos hacerlo todo el tiempo, y las cifras de las que hablamos demuestran esto. Pero también podemos ver el vaso medio lleno y decir “El 60% de los hombres y el 75% de las mujeres ha podido ser fiel”. Esto depende de la impulsividad con que ya nace cada uno (que es distinta en cada uno, lo que no hay que obviar), y con la capacidad de controlarla que desarrolla después.

¿Qué solución propones?

La solución que siempre propongo, es aprender a controlar los impulsos. Eso sí, en el caso de que uno quiera tener una pareja estable, un compañero de vida, (que pensándolo bien es fantástico encontrar a uno), e hijos que crezcan con la seguridad de ambos. Si otra persona no quiere esto para su vida, está en su derecho de no controlarse nunca siendo soltero.

Con “controlar los impulsos” no estoy diciendo que no se mire, no se disfrute de la belleza o personalidad de alguien del sexo opuesto, o que se esté evitando permanentemente el contacto. Me refiero a darse cuenta de cuándo uno está sintiendo un sentimiento mayor o distinto al agrado o amistad con esa persona, y esto cada uno lo sabe. No hay que engañarse en este punto, y menos engañar a tu pareja. Este será el momento de controlarse, quizás dejando de hacer ciertas cosas con ella (hablar tanto, seguir la charla por redes sociales, invitarla a comer, etc.).

Si es difícil controlar los impulsos, ¿qué otra cosa podemos hacer?

La otra solución, en caso de ser difícil controlar los impulsos (esto lo tiene claro cada uno, también), es dar término a la relación, y a partir de ahí emparejarse con otra persona.

Es una decisión que a muchos les cuesta, por el compañerismo y afecto hacia la pareja que se eligió, por los años juntos, por la opinión de otros, por lo “chispeante” o “juvenil” que parece el jugar a dos bandos, por los hijos, etc. Pero al fin y al cabo, el no tomar esta decisión, es no pensar en el dolor y consecuencias negativas que se producirán tarde o temprano, más en la época en que vivimos ahora, de redes sociales, cámaras y conexiones masivas que así como posibilitan más la infidelidad, también la complica

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